

ESTE MUERTO ESTÁ MUY VIVO
El Real Zaragoza recupera el pulso, pese al cúmulo de bajas y en plena contestación social contra la directiva, para lograr un empate de ley ante un Valladolid que vuela sin escalas hacia Primera. Debutó Grau y brilló Petrovic

✍️Javier Hernández (@SepiaHdez)
Alfonso Reyes (@Futbolgrafo)
El Real Zaragoza terminó un probable funeral en el área pequeña del equipo más en forma de la categoría. Ayudó para ello la roja del ecuatoriano Plata casi sobre la hora; pero el conjunto aragonés supo rehabilitarse, superar las ausencias y convivir con un ambiente eléctrico contra el palco, para competir con dignidad y esperanza contra un Valladolid que parece volar sin escalas hacia Primera División. Cada partido es una oportunidad para explicar el partido más allá del resultado, aunque el oficio parezca empeñado en reducir el análisis a la profundidad que ya el siglo pasado ofrecía el teletexto. Que es el quinto partido consecutivo sin marcar un gol, el decimotercer empate en 24 jornadas, tu segundo punto de los últimos 15 en juego… es tan cierto como que -en un contexto inflamable y asediados por las ausencias- se ha recuperado el pulso competitivo y vuelve a ser difícil imaginar -no lo fue después de Miranda, por ejemplo- que este equipo pase apuros para abrochar la salvación -pese a que el triunfo del Fuenlabrada ha reducido a cinco puntos la distancia-. El objetivo a fecha de hoy, incluso para los más nostálgicos y menos constructivos.

El partido comenzó a jugarse tres cuartos de hora antes de empezar, cuando tomó cuerpo la protesta convocada por el zaragocismo contra la insoportable propiedad del club. Unos 2.000 aficionados se hicieron uno en la explanada situada frente a la puerta que da acceso al palco y cumplieron su promesa de no acceder al estadio hasta el minuto 10 de partido. La paciencia ya se ha agotado y la pañolada negra del minuto 32 -que tuvo una réplica algo menos intensa en el 32 de la segunda mitad-, a la que se sumó la inmensa mayoría de los presentes agitando cualquier prenda de ese color a mano, manifestó un rechazo unánime a los actuales gestores. Sólo Sainz de Varanda -vicepresidente- puso la cara ante el chaparrón, ya que Lapetra se ausentó; mientras Cuartero, Forcén y la familia Yarza hace tiempo que tienen la poco admisible costumbre de no asistir a los partidos en La Romareda. Los detalles nos definen.

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Hubo dos insospechados en el once: la presencia de Petrovic y la ausencia de Narváez. El serbio, cuya recuperación imprevista impidió el estreno como titular de Jaume Grau, contravino las expectativas sobre quien ha estado confinado toda la semana en su domicilio y tuvo un rendimiento creciente, para terminar firmando un rescate milagroso y convertirse en el mejor zaragocista del partido. No era necesario denostar a Petrovic mediaticamente para glosar la figura de Eguaras. Que no se entienda la salida del navarro no debería servir de excusa para afear los servicios de quien, por cierto, ya fue titular en tus dos unicas victorias -y mejores partidos- en casa: contra el Sporting y ante el Eibar.

Tampoco se fue justo con la otra gran sorpresa del once: Bermejo. El mediapunta madrileño entró a última hora, por unas molestias de Narváez, jugó a la altura de Azón en un 442 idéntico al que se dispuso en Ponferrada y resultó un argumento principal para valorar el regreso del Real Zaragoza a su versión compacta y competitiva. Mucho más comprometido y sacrificados sin balón que el colombiano, mordió al rival en su salida de juego y supo ser ese eslabón intermedio que diera continuidad a los ataques propios. Un taconazo suyo al filo del descanso dejó libre a Nano Mesa, para que disparara desde la medialuna. Un seductor Grau entró por él en el minuto 63, para pasar a un interesante 4141, y los pitos con los que se le despidió -mezclados con aplausos, es cierto-, además de un notable acto de injusticia, planteó un enigma: ¿qué partido estaban viendo quienes ahí le reprobaban?

El Valladolid, atacando hacia un Fondo Norte con toda la grada Gol de Pie desierta hasta el minuto 10, salió dominante, pero sin la necesaria sangre en los ojos. Plata probó a Ratón en los primeros minutos y Morcillo intentó ser profundo por su banda izquierda, pero el gélido ambiente inicial terminó entumeciendo a un rival que descartaba el mate pastor: si hubiera conseguido un primer gol antes del minuto diez, habría sido muy difícil sobrevivir a la bola de fuego que se hubiese activado en la grada a partir de la entrada de los -legítimos y razonables- protestantes.

Nano Mesa, de vuelta tras sus últimos problemas musculares, fatigó la banda izquierda hasta que el lactato le envenenó la musculatura a la hora de juego. Empezó siendo una primera amenaza al espacio para el Real Valladolid: un disparo suyo dentro del área se marchó alto y una ayuda defensiva a Chavarría, con recuperación incluida casi sobre la línea de fondo propia, le dedicó una merecida ovación y nos devolvió la certeza de que el Real Zaragoza es más intenso y solidario cuando el canario está disponible. Antes que los músculos se le agotó el discernimiento: a partir del minuto 40 le costó ser preciso en sus decisiones.

Iván Azón asoma por primera vez en la crónica mediada la misma y me obliga a una disculpa, por la más que probable injusticia. Se le esperaba en el once, ante la ausencia de Giménez – operado en el dedo de la mano-, pero no era tan previsible que fuese el demonio que fue para dos centrales con trazas de Primera en su composición. Arrancó siendo un dolor de cabeza para el espigado Joaquín y no tuvo más consideración con Javi Sánchez, cuando la jugada llevaba a que se le cambiara la marca. Azón volvió a acercarse a esa versión que irrumpió la temporada pasada, añadiéndole una cuota más ganadora de lo habitual en el juego de espaldas, y fue clave para que el Real Zaragoza sintiera que el partido, pese a todos los pesares, se podía vencer.

La más clara -de la primera parte, del partido y de lo que llevamos de 2022- la tuvo Borja Sainz minutos antes del descanso. Un balón profundo le lanzó a un mano a mano en carrera ante Javi Sánchez. Sainz consiguió sentar al central en el primer caracoleo, pero no fue capaz de actualizar ruta y disparó nada más pisar el área -como si el defensa siguiera en pie delante…-, en lugar de seguir avanzando y acercarse todavía más a un portero indefenso. El descanso llegó en un buen momento para los locales, capaces de gestionar emocionalmente la montaña rusa vivida hasta ese instante. Y durante toda la semana.

Pacheta dio entrada a un gran talento como Toni Villa, en lugar de Morcillo, y el Valladolid arrancó la segunda mitad intentando morder la salida de balón aragonesa. El Real Zaragoza sintió la incomodidad y Weissman, a la altura del punto de penalti y sintiendo la respiración de Francés en la nuca, fue capaz de desenfundar a la media vuelta y dejar tiritando el larguero de Ratón. No crean que se trató de un monólogo en ningún momentó, ni siquiera en éste: un minuto antes, Joaquín tuvo que agigantarse para ir al suelo y negarle el gol a Azón, tras desmarque profundo y centro de Borja Sainz.

Nano Mesa dijo basta poco después de un último esfuerzo defensivo, en el que terminó agarrando a su tocayo de apellido -de nombre Roque- para cortar una contra del Valladolid. Narváez, quien apenas tuvo tiempo de calentar unos minutos, le sustituyó y no pudo elevarse de su transparencia habitual. Quizá Puche, aunque nos hubiera dejado en una situación de riesgo -por ser ya el cuarto dorsal zaragocista por encima del 25 en el campo-, y hasta el desatendido Yanis, hubieran sido una mejor opción. Al mismo tiempo, sustituyendo a Bermejo, debutó Jaume Grau.

El buen partido de Bermejo y el temor de que a Petrovic se le fueran apagando las luces, por su falta de entrenamiento durante la semana, hicieron pensar que el serbio podía ser el sustituido. Aquí hay que reconocerle un acierto grueso a JIM, porque Petrovic terminó siendo un gigante y por recuperar al tercer pasajero en el pasillo central: clave para que el Real Zaragoza recuperara el gobierno en el juego. Francho pasó al perfil derecho, mucho mejor para su fútbol, y Jaume -probable pivote o doble pivote- le dio sentido y clase a la posición de interior zurdo.

Salió Cristo, deseado durante todo el verano y disidente de su palabra, y tuvo el partido que merecía. Empezó resbalando torpemente tras un pase de pañuelos -blancos- de Toni Villa y acabó desaprovechando una ocasión clarísima, tras ser habilitado por Sergio León. Petrovic, con su zancada eterna, llegó a tiempo para sofocar un incendió acrecentado por dos malas decisiones tácticas de Jair: salir a banda habiendo otro atacante solo por dentro y siendo él el último defensa; y no deteniendo su carrera de vuelta para dejar a Cristo en fuera de juego. Por suerte, Petrovic corrigió miopías de analistas y le dedicó una poesía a quienes quisieron hacer con él carne picada durante la semana. En plena tormenta perfecta, el equipo demostró estar muy vivo y ahuyentó los fantasmas que se nos amontonaban en la cabeza. Zaragoza, mientras el club siga en las mismas manos, se seguirá mereciendo más. Y por supuesto, Canario se merece muchísimo más. A las leyendas se las respeta y se las quiere. Ni con ellas, ni con el zaragocismo, se juega.

REAL ZARAGOZA. Ratón; Gámez, Francés, Jair, Chavarría; Petrovic, Francho, Bermejo (Grau, 62); Sainz (Puche, 85), Nano (Narváez, 62) y Azón.
REAL VALLADOLID. Masip; Luis Pérez, Javi Sánchez, Joaquín, Nacho Martínez; Aguado (Kike Pérez, 74), Roque Mesa (Anuar, 89); Plata, Morcillo (Toni Villa, 46), Óscar Plano (Sergio León, 74); y Weissman (Cristo, 80).
ÁRBITRO: González Esteban (Comité Vasco). Expulsó a Plata (82) por una violenta entrada a Sainz. Amonestó a Chavarría (43), Nano (54) y Nacho Martínez (74).
INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la vigesimocuarta jornada de Liga, disputado en La Romareda. 16.000 espectadores. En torno a 3.000 entraron a los diez minutos de comenzar, como protesta contra los actuales propietarios del club. La leyenda Canario recibió, justo antes de comenzar el encuentro un homenaje poco oportuno e insensible con el tamaño de su figura.


Yo tampoco entiendo mucho lo de Eguaras pero Petrovic tiene mucho oficio y este equipo necesita kilos de oficio.Eguaras es ya pasado.
Así es, Jorge!
Eguaras será mejor en un equipo más potente de lo que hoy somos y, aunque parezca una paradoja, es más probable que nosotros crezcamos con jugadores que se adapten mejor a nuestro presente futbolístico
Abrazos
Horarios de futbol moderno que coinciden con el futbol base… Otro partido que veo a través de tu crónica que es casi mejor que verlo, muchas veces mejor. Para complementarla te escuché en la retransmisión del partido en la segunda parte y estuviste brillante ante las soflamas enfurecidas y carentes de lógica de otro interviniente, sobre todo cuando dijiste «si pones palabras en mi boca que no he dicho me voy y ya está» o algo parecido… Petrovic debería tener un detalle con LeonSepia porque es el único lugar donde reconocemos su trabajo y calidad. Salvó un punto con su última carrera sacando fuerza y fe en tapar esa jugada. Saludos a todos y ánimo.
Gracias, Luis!
No es sencillo ser periodista en el periodismo moderno
Mira el partido grabado si puedes, porque el equipo hizo un partido bastante meritorio
Un abrazo