

ESCARCHA EN EL ALMA
El Real Zaragoza firma su peor partido de la temporada en una Romareda helada ante la superioridad rival. JIM insiste con un Narváez desquiciado y esta grieta en la meritocracia afecta al gen competitivo del equipo

✍️Javi Hernández (@SepiaHdez)
Alfonso Reyes (@Futbolgrafo)
El Real Zaragoza escogió la peor tarde para jugar su partido más imperfecto de toda la primera vuelta. Existía la legítima ilusión de llegar al ecuador del campeonato a apenas dos puntos del sexto clasificado y decretar el estado de esperanza de cara a la segunda mitad del mismo. La realidad, destemplada y áspera, nos ha dedicado un preocupante ejercicio de impotencia, ante un Tenerife que se supo ganador desde su primer grito de gol -en el minuto 19-, y nos castiga a un doliente parón navideño, donde los agoreros más cavernosos darán por finiquitada cualquier aspiración. Hasta junio y más allá. No importa que estos meses se hayan vivido apreciables brotes verdes, ni que el sexto esté a una salvable distancia de cinco puntos. Casi nada importa cuando se trata de ponernos depresivos y destructivos con nosotros mismos. Incluso el día en el que el club homenajeó a dos zaragocistas que nos enseñaron a ponerle la cara y el pecho a los momentos más complicados: Luis Costa y Manolo Villanova. ¡Gracias por todo! Siempre.

Claro que roza lo ridículo hacer cualquier mención a un futuro playoff con el frío todavía metido en el cuerpo, por una derrota sin paliativos como ésta, y mientras La Romareda sea una sucursal para casi todos los equipos de la categoría; pero este Real Zaragoza ha sido capaz de competir contra cualquiera -más allá de las dos últimas jornadas- y hace un par de semanas nos sentíamos capaces de casi todo tras un triunfo de ley ante el imponente Eibar. No nos despellejemos vivos con media temporada por jugar y exijamos que en lo deportivo -al menos, en lo deportivo- nos gobierne la meritocracia. El tiempo ha demostrado que JIM casi siempre tiene razón en sus decisiones, pero su empeño -aquí y en Almería- en la titularidad de un desesperante Narváez, en detrimento de Borja Sainz -quizá el futbolista más en forma de la plantilla-, no hay buena voluntad que la entienda.

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Conste que lo sospechábamos: la suplencia de Sainz… El Juego del Sepia, que repitió su habitual diez de once aciertos al tratar de anticipar el once del Real Zaragoza, se temía que el extremo no sería titular. No existía ninguna explicación futbolística para no esperar en la alineación a un futbolista que vive un cierto trance en su estado de forma, apenas el temor de que no lo sería porque ya disputó 70 minutos en Copa contra el Burgos, y ni Bermejo ni Nano Mesa asomaron en ese encuentro. La sorpresa -el error en nuestra previsión- llegó con una nueva apuesta por Narváez como titular, cuando lleva desde que sufrió su última lesión muscular -siendo benévolos- muy lejos de un rendimiento que justifique tantos minutos sobre el césped.

El Real Zaragoza arrancó con una efervescencia ilusionante y pareció más cerca de abrir el marcador que su rival. Vada, tras una buena combinación por banda izquierda con Chavarría y Narváez, encuentra a Nano Mesa solo en el punto de penalti. El balón, algo mordido, se le queda atrás al canario, quien no puede maniobrar a tiempo para evitar el apurado cruce de los centrales. El Tenerife tampoco tardó en asustar. Un impropio error de Francés en la salida de balón permite recuperar a Elady y éste no es capaz de encontrar a Shashoua dentro del área.

Narváez disparó demasiado alto una meritoria dejada de cabeza de Giménez y Chavarría remató con menos veneno del requerido un balón bien llevado al área desde la banda contraria, que terminó en un córner sin consecuencias. Uno más. Con Vada como lanzador y Petrovic entre los posibles rematadores, el conjunto aragonés aún supuso una cierta amenaza durante la primera parte en esta suerte. Nada que ver con lo ocurrido en la segunda, ya sin el serbio en el campo y con Zapater como insistente y errático encargado de centrar al área.

Cuando mejor parecía encontrarse el Real Zaragoza sobre el terreno de juego, llegó la primera puñalada del rival. No fue la única, pronto asestaría la siguiente, pero ya se intuyó que podía ser mortal. El Tenerife, igual que el Leganés, no acostumbra a dejar escapar resultados favorables y se multiplica cuando el nerviosismo envenena al oponente. Uno de los centrales anticipa el pase vertical de Francho a Giménez, el balón llega rápido a Elady en la zona del enganche, quien avanza dando siempre la intención de que va a habilitar a su punta por derecha. Jair está más atento a una posibilidad, que ya defendía Chavarría, y nunca contiene el progreso del dueño del balón. Elady aprovecha esa puerta entreabierta y, desde la medialuna aragonesa, ensaya un duro derechazo al que Cristian no es capaz de darle respuesta.

Era un momento para pedir sal de frutas, mantener la calma y hacer la mejor digestión posible del golpe. O el Tenerife te haría desaparecer como si fuera un escuadrón de pirañas. Así ocurrió. El Real Zaragoza, afectado por un Narváez que hoy se siente incapaz de aportar lo que se supone de él, decidió estrellar la brújula contra la pared, renunciar a los circuitos que le habían permitido sostener unos apreciables primeros 20 minutos e inmolarse contra un Tenerife que -siempre diligente- no tarda ni un momento en apretar de nuevo el gatillo si le pides que lo haga.

Shashoua -un Fekir de marca blanca- caracolea ante Francho y taconea en beneficio del desmarque hacia línea de fondo del lateral izquierdo Pomares. Gámez no sale a tiempo para incomodarle el centro y Narváez hacía rato que había dejado de perseguirle. Pomares aprovecha la soledad para enroscar un centro perfecto al segundo palo y Mollejo se eleva imponente, a la espalda de un tibio Chavarría, para cabecear a gol pese al intento de manotazo salvador de Cristian.

Con el 0-2 en el marcador, JIM deshace una decisión que se entendió poco: cambiar de banda a Narváez y a Mesa. Apenas se comprendió por lo apresurado de la misma -lo ordenó con sólo diez minutos jugados- y por el poco sentido futbolístico de la misma, ya que el canario es más peligroso por derecha y el colombiano amenaza más desde la izquierda. Mollejo comenzó a ser un demonio, con y sin pelota, mientras Narváez seguía peleándose con su suerte y exagerando fricciones que nunca le dan resultado, además de dejarle marcado arbitralmente para lo que queda de partido. Petrovic se contagió de la desesperación general y se puso demasiado intenso con Mollejo, intentando quitarle el balón que retenía entre las piernas para sacar rápido. Amarilla para cada uno -un amago de trifulca en el que JIM tuvo que entrar al campo para retirar a Vada del fuego- y Eguaras a calentar, porque el riesgo de una segunda amonestación al serbio ante cualquier contra rival era alto.

Ingresaron Eguaras y Borja Sainz tras el descanso, en lugar de Petrovic y Francho. Es cierto que el canterano no vivió su primer tiempo más brillante y que un marcador tan adverso admitía decisiones fronterizas entre lo audaz y lo suicida. Casi nunca debilitar el mediocampo es el camino para imponerse a un rival superior, pero Eguaras y Vada se esforzaron por trascender en su difícil doble pivote y el Real Zaragoza pudo entrar en el partido si Álvaro Giménez hubiera girado mínimamente el cuello, con toda la ventaja en el área pequeña de Soriano, tras un buen centro de Gámez.

Como ocurrió en Almería, JIM pareció deshacer la intención de sus primeros cambios durante la segunda ventana. Y como sucedió en tierras andaluzas, volvió a apostar por Zapater cuando no había ningún marcador que conservar. Al contario. Y el capitán no pudo estar menos acertado con la pelota. Si Borja Sainz hubiera entrado en el intermedio por Narváez y no por Francho, Vada habría podido influir más cerca del área rival y no habría sido necesario el cambio corrector de Zapater cuando el partido te pedía un masaje cardiaco en la delantera: apostar por Nano Mesa como segundo delantero, pasar a Sainz a la izquierda y darle una oportunidad a Yanis por derecha.

Casi nada de eso ocurrió. Azón sustituyó a Mesa, pasando Narváez de nuevo a la izquierda. Adrián terminó entrando por el colombiano, en una difusa vuelta al 4141. La segunda mitad, más allá del cabezazo ya comentado de Álvaro, de la luz de Borja Sainz en cada intervención y de una violenta volea de Nano Mesa, que se estrelló en el cuerpo de Elady -y no en el brazo, por más que se reclamó-, supuso un desordenado y frustrante ejercicio de impotencia helada, que nos hizo sentir el alma con escarcha al acabar el partido. No nos destruyamos con media temporada todavía por jugar y exijámosle a JIM meritocracia en sus decisiones, o nos costará volver a ser ese Real Zaragoza nada lejano, que competía siempre y no perdía casi nunca.

REAL ZARAGOZA. Álvarez, Fran Gámez, Francés, Jair, Chavarria, Petrovic (Eguaras, 45′), Francho (Borja Sainz, 45′), Vada (Zapater, 73′), Narváez (Adrián, 78′), Nano Mesa (Azón, 73′) y Álvaro Giménez.
CD TENERIFE. Soriano, León, Alexandre (Sipcic, 86′), Elady (Míchel, 75′), Shashoua (Bermejo, 65′), Sergio González, Pomares, Aitor Sanz, Gallego (Emmanuel, 86′), Mellot y Mollejo (Rubén Díez, 45′).
ÁRBITRO: Quintero González (comité andaluz). Amonestó, por parte del Real Zaragoza, a Petrovic y Borja Sainz; y por parte del Club Deportivo Tenerife, a Mollejo, Pomares y Mellot.
GOLES: 0-1, min.19: Elady. 0-2, min.27: Mollejo.
INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la vigesimoprimera jornada de Liga, disputado en La Romareda.


Otro partido que veo a través de tu crónica. Y por lo visto casi mejor. Con Narváez no soy objetivo, nunca me ha gustado, me parece buen futbolista pero no buen jugador.
Saludos y Felices Fiestas a todos.
Igualmente, Luis!
Te evitaste un mal calentón a tres grados…
Feliz Navidad