Llevar ocho jornadas seguidas sin perder te permite continuar sumando y comprobar que el agua todavía te llega al cuello, aunque la sensación colectiva pueda ser de hundimiento. Acumular siete sin ganar, al mismo tiempo, erosiona el ánimo y te empuja a una espiral insoportable: el próximo partido sólo vale vencerlo, aunque sea en Girona, en casa de un equipo diseñado para pelear la promoción de ascenso y que viene de liberarse de muchos de sus fantasmas imponiéndose la pasada jornada en Miranda e igualando así en la tabla con el conjunto aragonés. Se prevén varios cambios en el próximo once del Real Zaragoza, mientras Narváez dio ayer la peor noticia en tiempo: no entra en la convocatoria y será difícil que regrese antes de diciembre por una rotura muscular en el cuádriceps.