

ALFONSO REYES @futbolgrafo
MONEDA SIN CARA

No fue el mejor partido del Real Zaragoza en términos generales, tampoco desde el punto de vista gráfico. Siete empates consecutivos, seis partidos en La Romareda sin ser capaces de ganar todavía y, aunque no puede ser sólo cuestión de suerte, claro, esta fotografía del sorteo inicial como metáfora: la moneda, que justo tapa el ojo izquierdo del árbitro, se resiste a salir cara.

Me llamó mucho la atención la reacción que tuvo JIM a los tres minutos de partido, nada más ver Eguaras tarjeta amarilla. Se enfadó mucho, puede que con Fran Gámez por su pérdida que originó la acción, y cogió la pizarra como si fuera un entrenador de baloncesto en un tiempo muerto. Suele hacerlo al inicio de cada encuentro, imagino que para anotar el posicionamiento del rival, pero aquí se le notó especialmente molesto y charlando con vehemencia con sus ayudantes que estaban sentados en el banquillo.
Podríamos decir que el equipo tuvo una primera parte de ausencia o que no se encontró en ningún momento antes del descanso. Esa incomodidad podía percibirse en los gestos y rostros de los jugadores, más allá de que Vada lo definió con precisión escatológica al terminar el choque. Aquí Francés, en un parón del juego, mira el marcador… y suspira.
El único recurso fue enviar balones en largo, ya que no se conseguía robar arriba porque la presión de los dos atacantes apenas la realizaba uno. El mismo que también parecía el destinatario único de esos pases aéreos y profundos: Álvaro Giménez. Aquí lo vemos, caído y desarmado, rodeado de rivales, ya fuera del campo y mirando una pelota que fue esquiva durante todo el primer acto.

Cómo se reacciona a un gol en contra es uno de los principales rasgos de identidad de un equipo. Y aunque esta captura es la viva imagen de la frustración, donde todos rumian su enfado y nadie interacciona con nadie, una virtud principal de este Real Zaragoza -alimentada por un defecto evidente: no logra marcar primero en un partido nunca…- es que casi siempre responde a un primer gol del adversario. Y la rebeldía siempre denota dos puntos positivos: queda vida y hay esperanza.

Con más corazón que cabeza, impulsados por un triple cambio que ordenó al equipo en un 424 más propio de otras décadas, el Real Zaragoza fue a por el empate y acumuló varias ocasiones claras que a punto estuvieron de suponer la primera victoria en casa de la temporada. Esta fotografía no alude a ninguna de ellas, apenas recoge un esfuerzo de Narváez por cabecear de vuelta un balón para ponerlo en el área pequeña, pero sí sostiene esa idea de que el equipo apeló al corazón al verse por detrás en el marcador.
Desde el punto de vista de mi profesión, Narváez es un regalo: se trata de un jugador muy fotogénico. Especialmente en las caídas… Cada vez que le derriban, yace en el suelo como si se hubiera precipitado de un tercer piso. Por suerte, casi nunca es tan grave como parece. Esta imagen corresponde al atropello del defensa de la Ponfe, que supone el penalti del empate: una acción que no siempre se pita, ya que el colombiano sufre el impacto después de soltar el balón y dar una aparente asistencia de gol.
Vada asumió una responsabilidad, que también la quiso Nano Mesa, pero el argentino impuso sus galones -o el orden oficial establecido- y se quedó con la pelota; mientras el canario lo aceptaba disciplinado y Álvaro, quien le tocó el protagonismo en la ocasión anterior y el poste le robó la gloria, da la espalda a la cámara, pero nunca a su compañero y a su equipo. ¡Suerte, Valentín!
Y Valentín la tuvo: suerte y maestría. Su duelo con Amir, el portero iraní de la Ponferradina, fue de alto voltaje, ampliado por la excesiva espera hasta que el colegiado dio la orden de lanzarlo, y las chispas saltaron incluso después de entrar el balón en la portería, como recoge esta FUTBOLGRAFÍA.


Y tras el empate, se rozó la victoria. Con más empuje que buen juego, pero hubo varias ocasiones para darle la vuelta al marcador. Ahí Azón fue protagonista, porque ahí Azón no tiene rival. En este instante, el que recoge la imagen, un remate suyo escapa por poco de la portería rival, ante la mirada atrás temerosa del defensa, la incrédula propia y la decepcionada de Adrián.

Petrovic tuvo también la suya, Gámez un par -una volea de derecha dentro del área clarísima- y Nano Mesa firmó la última: con un cabezazo con toda la ventaja en el descuento, que le faltó dirigirlo al suelo para hacer imposible cualquier esfuerzo del portero. Se le resiste el gol también al canario y me alegraré especialmente cuando lo consiga, porque lo da todo juegue 90 minutos o un cuarto de hora.

Y volvió a salir cruz, aunque el triunfo se sintió cerca, el equipo se levantó de nuevo de un primer gol adverso y acumula ocho jornadas sin perder. Pero este Real Zaragoza necesita acabar un partido sin llevarse las manos a la cabeza, ni levantándose la camiseta fruto de la desesperación. Las buenas sensaciones futbolísticas se van apagando y el fútbol es una planta carnívora que te devora si no sumas victorias. Ojalá sea en Girona, por exigente y complicada que sea esa salida. Ojalá ahí la moneda tenga cara y no nos tapemos la propia al terminar el encuentro.