Vendría a ser, si Bermejo y Narváez ocupasen las bandas en fase defensiva y el sistema ahí fuese un 4-5-1, la propuesta táctica preferida por Fernández. Víctor, a quien se le presuponían grandes resistencias el otoño pasado para ajustarse al 4-4-2 que entonces pedía su equipo, con Guti al mando del doble pivote, terminó haciéndolo con el paso de las semanas y el Zaragoza despegó de un modo imponente. Quizá no lo hagamos de esa manera en ningún caso, ya que el potencial que se nos advierte es menos al de la temporada pasada, pero Baraja está llegando al final de su escapada en plena paradoja: la conveniencia de acercarse al dibujo preferido de su antecesor. Como, en sentido contrario, hizo Víctor hace ahora justo un año.