

PUNTO DE SUTURA
El Real Zaragoza recupera fútbol y pólvora para merecer el triunfo en casa de uno de los ogros de la categoría y cicatrizar su sangrante imagen. Bermejo (2) y Jair marcaron. Cristian -penalti parado incluido- da un nuevo recital

🐾 Javi Hernández (@SepiaHdez)
Archivo A. Reyes (@Futbolgrafo)
¿Qué habría sido de este Real Zaragoza si hubiera jugado con la misma soltura, determinación y rebeldía todas las jornadas del campeonato? Deberíamos poner fin a la autodestrucción declarada estos días. Ningún equipo cualquiera es capaz de plantarse en casa de un Oviedo desatado hacia el playoff -acumulaba 23 puntos de los últimos 27…- y estar cerca del triunfo en todo momento. Hasta el último segundo. Siempre se ha tratado de una plantilla esforzada y comprometida, obligada a sobreponerse a inconvenientes casi semanales desde el mismo agosto; pero su ciclotimia y su sequía goleadora le han condenado a alcanzar el punto 50 en la jornada 40. Lejos de cualquier frontera y lejos de su verdadero potencial, tan empeñadamente negado por casi todos.

Las mejores fiestas son las que no preparas. Y aquí nadie esperaba disfrutar de una versión tan recuperada de un equipo que parecía haberse quedado atrapado en el empate en el Alcoraz, que apagó las últimas calculadoras por la sexta plaza. Sin rastro de la palidez extrema mostrada ante el Burgos y con la capacidad de reacción que nunca se tuvo en Eibar ni contra el Alcorcón, el Real Zaragoza firmó en el Nuevo Tartiere uno de sus mejores partidos del curso. Resistiendo incluso a un arbitraje impropio de una Liga que se tiene en tanta consideración… Hay una décima plaza final por la que pelear todavía y quedan dos partidos para cuidar el recuerdo de una temporada con mucho más esfuerzo que fortuna y para convencernos de que el 60% de la plantilla -14 ó 15 jugadores- sirve como base para aspirar al playoff el curso que viene.

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A De la Fuente Ramos -no es el de la fotografía que acompaña a este párrafo- se le consideró el Mozart del arbitraje español. Tendrá muy buen oído para la música, será por eso. Porque de vista y de entendimiento del juego que juzga demostró ir escaso. Hace falta tener muy poca idea -o tenerla muy mala- para que, después de que el VAR parezca hacer el ridículo llamándote para que revises una mano mínima de Azón, lo hagas… y decretes pena máxima. Porque ahora sí son penas máximas, pero por tener que soportar esta degeneración del reglamento, donde se te castiga desproporcionadamente cada vez que un balón sin futuro tropieza por accidente con un brazo despistado. Porque es cierto que el débil cabezazo de Dani Calvo rozó el antebrazo de un Azón que corría hacia atrás. Sin ser un experto en la materia, diría que, en ese movimiento, es difícil llevar los brazos de otra manera.

Borja Bastón batió por el centro a Cristian y el Oviedo se ponía por delante a los 13 minutos, sin haber acumulado ni medio mérito para ello. ‘Cuando se juntan dos rachas tan dispares, es casi imposible que cambien’, era el lamento que acompañaba a un arranque tan inmerecido. Mientras se miraba un momento el móvil para tratar de liberar tanta rabia contenida y el Oviedo se veía obligado a sustituir a su lateral izquierdo por lesión, las rachas comenzaron a cambiar… Y lo hicieron de una de las maneras menos previstas. En el saque lateral en largo al interior del área, que se viene intentando sin éxito toda la temporada, el Real Zaragoza firmó un triple salto que terminó con el grito goleador de Bermejo: Chavarría hace palanca con sus riñones para encontrar la poderosa peinada hacia atrás de Zapater; Azón se descuelga de una liana, obliga a una gran reacción a Femenías y Bermejo -al más puro estilo Torpedo Muller- cabecea con todo para devolverle la justicia al marcador.

JIM mantuvo a Zapater en el once pese a las previsiones contrarias, en un trivote que sentaba al menguante Eugeni. Que el catalán no jugara ni un minuto en todo el choque fue la segunda mayor sorpresa del encuentro. Francés no estaba en la alineación y, por si existía la más mínima duda de que no se trataba de una decisión técnica, el técnico tampoco recurrió a él para cerrar con tres centrales ante el previsible asedio de los minutos finales. Todo indica que el central aragonés sintió alguna molestia de última hora. Ojalá, de ser así, sea tan leve que no le impida jugar el viernes contra el Lugo. Con futbolistas de esta dimensión, nunca sabes cuál puede ser su último partido en La Romareda.

Lluis López volvió a sostener un partido notable ante una delantera de gran nivel -ya lo hizo contra Djuka en El Molinón, y en casa ante Sadiq y el Almería-; mientras que Jaume Grau firmó una actuación imponente como pivote, con Zapater y Francho como escuderos adelantados. Podríamos reformular la pregunta con la que arrancamos esta crónica y plantearnos qué habría sido del Real Zaragoza en esta segunda vuelta en caso de que a Grau no le hubiera detenido casi dos meses una insospechada dolencia cardiaca. Por suerte, se ha recuperado por completo, ha vuelto casi mejor de lo que lo dejó y se antoja un centrocampista imprescindible en el diseño de la próxima plantilla.

Apenas tres minutos más tarde de su empate, el Real Zaragoza se desmarcaba de su pertinaz sequía durante toda la temporada, para marcar el segundo y darle la vuelta al resultado. Zapater saca en corto un córner, Gámez la templa desde la esquina del área y Jair la cabecea a gol cerca del área pequeña. Imparable. El central portugués volvió a brillar en su duelo de gigantes con Bastón, aunque nada más marcar cometió su único error de la noche al medir mal un balón largo que buscaba al nueve y dejar a Obeng mano a mano contra Cristian Álvarez. Ahí el argentino comenzó a escribir su enésima obra maestra en la portería aragonesa.

Obeng, una fuerza de la naturaleza que en la segunda parte atropelló a Álvarez y le obligó a dar una dolorosa vuelta de campana, aprovechó una rendija sin sellar entre la espalda de Jair y las miradas de Lluis y Chavarría para rematar a quemarropa, empatar a dos y sostener esta frecuencia goleadora más propia del fútbol sala. El Real Zaragoza llevaba tres partidos sin celebrar un gol y el Oviedo, cuatro sin lamentar uno en casa. Ya lo decía Kanouté: «las apuestas son una creación del demonio». En el fútbol es casi imposible prever nada y toda la numerología que preside los reportajes entre semana salta por los aires la noche menos pensada.

Francho casi encuentra el tercero en un par de disparos de zurda casi consecutivos y fue Bermejo, de inmediato, quien descerrajó una volea de zurda, que entró como un disparo en la masacrada porteria asturiana. Como si fuera una alegoría de la tercera equipación con la que disputaban el choque -rojo tomate-, el Real Zaragoza estaba haciendo realidad la universal ‘teoría del Ketchup’ y, tras casi un año entero saliendo a duras penas, los goles se desparramaron. Cristian, mientras, negaba con un pie izquierdo fantástico el empate a tres de Isaac antes del descanso.

Ziganda trató de afilar su banda derecha, dando entrada a Viti por Sangalli, y el Oviedo volvió a encontrar un gol sin apenas pasado ni contexto. El urugayo Brugman soltó una coz de 30 metros, que superó la estirada de Álvarez y pareció estrenar una segunda parte de júbilo local. Azón congeló los ánimos carbayones cabeceando al palo de manera soberbia un centro perfecto de Chavarría. Tal era el frenesí que un minuto más tarde Cristian estaba volando hacia su palo derecho para despejar un remate envenenado de Obeng. La segunda mitad avanzaba y la profundidad -por fin- del banquillo invitaba a pensar que los cambios nos podían dar una oportunidad de llevarnos el partido si llegábamos vivos a ellos. Justo ahí, cuando esa ilusión se cruzaba por nuestra mente, el balón vuelve a tropezar en un brazo zaragocista dentro del área. Sabin, tan invisible en ataque como de costumbre, se desmadejó en su postura defensiva y había tanto que lamentar como -aquí sí- poco que objetar.

No se podía creer que el Oviedo fuera a marca su cuarto gol y a llevarse el partido. Borja cambió la dirección respecto a su penalti anterior, disparó a su derecha, a media altura… y Cristian sacó una mano antológica, para rescatar a los suyos y convertirse en la principal figura de una noche con varios destacados. JIM refrescó de golpe el ataque con Giménez, Narváez y Vada por Azón, Sabin y Zapater, manteniendo un 4141 donde Francho jugaba demasiado adelantado y Vada, algo por detrás de lo que le convenía. Pronto salió Petrovic por el canterano y el equipo se ordenó mejor en un 442, con el serbio dando una clase magistral de golpeo y toma de decisión cada vez que entraba en contacto con el balón.

El Real Zaragoza mostró cierto oficio en los minutos finales, dejando que el tiempo se fuera resbalando y tratando de cortar las verticales contras que propuso el Oviedo en un añadido demasiado largo. Y en ese exceso de tiempo de juego, un muy activo Vada recupera una pelota en el mediocampo, busca demasiado rápido a Giménez… Si hubiera conducido una quincena de metros -hasta que uno de los defensas rivales hubiese ido a por él- habría fabricado un mortal dos contra uno, de Álvaro y Puche contra Dani Calvo. No lo hizo, pero Giménez tuvo la habilidad suficiente para devolvérsela y dejarle sólo ante Femenías. El portero local achicó rápido y le dejó sin hueco. Final. Partidazo. Quizá el mejor de la temporada y seguro que en el momento más inesperado. El punto se queda corto, pero sutura la sangrante imagen de las últimas tres semanas. ¿Dónde estaríamos ahora si hubiésemos jugado así las 40 jornadas?

REAL OVIEDO. Femenías, Costas, Luismi, Sangalli (Viti, 45′), Borja Bastón, Borja Sánchez, Dani Calvo, Brugman (Mier, 84′), Obeng (Matheus, 72′), Isaac (Montiel, 72′) y Pierre (Mossa, 15′).
REAL ZARAGOZA. Álvarez, Fran Gámez, Lluís López, Jair, Chavarria, Grau, Zapater (Vada, 72′), Francho (Petrovic, 78′), Bermejo (Puche, 90′), Sabin (Narváez, 72′) e Iván Azón (Álvaro Giménez, 72′).
ÁRBITRO: Óliver De la Fuente Ramos (comité castellano-leonés). Amonestó por parte del Real Zaragoza a Chavarria, Francho, Grau y Petrovic; y por parte del Real Oviedo a Brugman y Obeng.
GOLES: 1-0, Borja Bastón, de penalti (min. 13); 1-1, Bermejo (min. 17); 1-2, Jair (min. 20); 2-2, Obeng (min. 26); 2-3, Bermejo (min. 32); 3-3, Brugman (min. 47).
INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la cuadragésima jornada de Liga, disputado en el Nuevo Tartiere.


Bravo! y sii.. donde estariamos? Sin dudarlo y aunque solo sea por ver 5 goles en menos de 45 minutos, dando igual de que bando .. EL MEJOR PARTIDO DE LOS 40 . Sin aburrimiento para la afición y aunque no hubiera semejante locura en la segunda parte, creo que es en el que mas he estado metida en twitter a base de comentar y en casa sin parar con la jugada esta o aquella. El rey de los guantes por supuesto que se merece el reino, pero yo destacaria ese gran regreso de BERMEJO Y DE GRAU, sin menospreciar al resto.. Mi primera diana personal, con tanta locura se mantuvo cuerdo y de la segunda mejor pasamos el velo. Merece la pena esperar tus crónicas. La cosa va a estar en que se vienen tiempos movidos y tus neuronas no van a dejarte descansar para bien de todos. GRACIAS UNA VEZ MAS! Hasta dentro de menos de dos horas en Twich ! AUPAA!!
Demasiado generoso en mi opinión, Javi. Nuestros centrales fueron un coladero y a un Jair desconocido sólo le salva el gol. Nuestros laterales,superados en defensa aunque quizá superiores en ataque.Y en ataque,pese a los tres goles,sin puntería. La prueba son esas 5 paradas de Cristian por una de Femenia. El resto de nuestras ocasiones,fuera o al palo. Petrovic es MUY lento pero,sin embargo,cada vez me gusta más. Como Julio Salinas,usa su corpachón muy bien y no hay quien le quite la bola. Habrá que verlo tras una pretemporada decente ,con Grau y Francho. Eché de menos de los tres «periodistas» que viajan con el equipo preguntas sobre el estado físico de Francés y Eugeni. Nada nuevo en el gremio de esta ciudad,que sólo hace las preguntas correctas en las tertulias,no en las RDP