Están siendo días delicados para los supersticiosos. Felices, pero delicados. No se quiere mover nada de sitio, aún menos cambiar ninguna rutina que haya acompañado en las últimas dos semanas. O antes, porque en Albacete se cayó por un atropello que apenas -sólo en la puntuación- ha afectado al trance actual. El equipo viene tarifando y se sabe que los tres o cuatro próximos partidos -ganarlos todos o la mayoría de ellos- completarían un plan de fuga que a cualquiera nos hubiera parecido imposible hace seis jornadas. A cualquiera, menos a JIM: tres letras que dan nombre a un entrenador mayúsculo, con todo el abecedario del fútbol incorporado.