VICTORIA MAGNA
El Real Zaragoza logra un triunfo de ley ante el lujoso Eibar, con Francés marcando y Francho deslumbrando. La Romareda celebra la constitución del nuevo aspirante y jura su cargo clave como ministra de promoción
✍️Javier Hernández (@SepiaHdez)
Alfonso Reyes (@Futbolgrafo)
¿Quién hubiera pensado hace diez días que se sumarían los tres puntos en la visita del Eibar y no se pasaría del empate en Lezama, ante un Amorebieta con un jugador menos en la media hora final? Nos empeñamos en mirar el calendario, como si acertáramos un par de quinielas por temporada… Como si sirviera de algo. Y aún vale menos con este Real Zaragoza, capaz de atragantarse con los rivales menos sofisticados y de sostenerle la mirada a los más poderosos. Se sabía y valoraba la capacidad competitiva de este grupo, segundo mejor visitante de toda la categoría y con apenas tres derrotas en 18 jornadas -ahora ya 19-, pero quedaba una pieza para completar el puzzle: seguir ganando en La Romareda, tras el estreno contra el Sporting y la interrupción ante el Leganés. Hacerse fuerte donde evitamos la catástrofe la pasada temporada y donde lo hemos sido -casi sin excepción- desde 1957.
El conjunto aragonés recibía al gigantesco Eibar con la mayor preocupación de ser el tercer peor local del campeonato, apenas superado por el Alcorcón y el Sanse. Y no hay aspiración que se sostenga, ni siquiera la menos ambiciosa, si no se despega de ese fango. Qué mejor que lograrlo ante un favorito excluyente al ascenso y con un triunfo de ley: donde no se fue peor que la mejor plantilla durante la primera mitad y se le bailó al inicio de la segunda, hasta que Francés gritó con el corazón en la boca su primer gol con la camiseta profesional del Real Zaragoza. La Romareda, por fin, volvió a ser el teatro de nuestros sueños. Si conseguimos fortificarla durante la segunda vuelta, este equipo nos tendrá escribiendo crónicas -ojalá que felices- durante el mes de junio.
¿Eres abonado a leonsepia.com y no ves la crónica completa? No olvides estar logueado en la web, con tu usuario y contraseña, para poder leerla. Si no lo eres, puedes abonarte AQUÍ.
JIM reconoció en los micrófonos de Movistar+, en los minutos previos al choque, que manejó la duda entre Narváez y Bermejo hasta el último momento. Desde el Juego del Sepia -que se ha levantado, tras sus cuatro errores en la visita del Leganés, como lo hacen los grandes: con un pleno en Lezama y un diez de once aquí-, estamos en contacto con nuestros asesores legales para demandarle por daños y perjuicios. Un segundo bingo consecutivo hubiera disparado la cotización de nuestro oráculo. Poniéndonos por detrás del bien común -esa posición tan saludable e infrecuente en nuestra sociedad-, felicitamos al técnico por su decisión final, porque el colombiano no mejoró en la segunda mitad a un buen Bermejo hasta el descanso.
Salió el Eibar tratando de intimidar, buscando balones profundos a la espalda de Chavarría y subido a lomos de un Stoitchkov imponente, que pareció una amenaza inabordable para Gámez -y hasta para Francés– en esos minutos iniciales. Cualquier equipo con menos confianza en sí mismo habría sentido un temblor en las piernas que le hubiera animado a replegarse y a protegerse contra las cuerdas, ya en el primer asalto. Este Real Zaragoza, acaso por los golpes recibidos durante aquella racha interminable de empates, acepta todos los retos y se impulsa en un valor que contagia de inmediato a la grada.
Fran Gámez proyecta a Bermejo y éste congela el tiempo al entrar en el área, en busca de un compañero que apenas tenga que empujarla. Apareció Francho, siempre aparece Francho, pero Sergio Álvarez se adelantó para negarle la gloria a un centrocampista glorioso. Álvarez, habitual pivote defensivo, integró una sorprendente línea de tres centrales, que no pareció la mejor fórmula para dañar al conjunto aragonés. Stoitchkov acumuló todos sus duelos ganados en el primer cuarto de hora: entrando en el área y siendo reducido por Chavarría, tras desequilibrarse Francés y, unos minutos más adelante, poniendo un centro al segundo palo que Tejero estrelló -en semifallo- contra el larguero.
No habíamos adelantado la comida y comprometido la digestión para amilanarnos, por más que el fuerte esguince de tobillo de Vada el sábado por la mañana pareció la enésima conspiración contraria del universo. El argentino hubiera inflamado el volumen ofensivo de un Real Zaragoza que se llevó las manos a la cabeza cuando James abortó una contra sin razón aparente. Era muy probable que la punta de velocidad no le diera para alcanzar el área, pero se detuvo en seco todavía con varios metros de ventaja sobre su apurado marcador y al pase siguiente a Bermejo sólo le faltó el sonido de una cisterna para acompañar musicalmente la escena. No jugó un mal partido el nigeriano, pero estuvo lejos del nivel mostrado contra el Sporting.
Chavarría sí encontró en profundidad unos minutos antes a Bermejo, quien había caído por banda izquierda y supo apurar hasta línea de fondo para templar un centro que atacó Francho -de nuevo él- con todo. Antes, el aragonés remató con timidez desde la medialuna y el balón llegó rendido a los guantes del portero. Resulta contradictorio escribirlo ahora, pero qué jugador será Francho cuando no se le obligue a estar llegando permanentemente al área contraria. Y qué equipo será el Real Zaragoza cuando eso suceda. Bermejo le dio altura y rosca a un par de faltas laterales y Francés estuvo a punto de rematar a puerta un centro ya pasado. Su golpeo se estrelló en la cara externa del poste derecho de Yoel.
Francés, quien ya llevaba un rato reduciendo a Stoichkov, apareció salvador antes del descanso, para negarle un disparo a Leschuk, tras pérdida de Petrovic. Se reclamó falta contra el serbio, algo menos lúcido de lo habitual -sufrió problemas estomacales durante la semana-, pero no lo pareció. Tampoco lo fue, aunque el golpe de cabezas resultó preocupante, una caída de Francés tras salto con su inseparabe Stoichkov. El árbitro despistó gravemente el protocolo y dejó terminar un peligroso ataque visitante, con el canterano caído en el suelo.
Cuando en el descanso imaginábamos una media hora final ordenados en un 442, con Mesa atacando por fuera y Narváez cerca del nueve, el colombiano entró de primeras por Bermejo -en una sustitución que sólo se explica si estaba ya prevista antes de empezar el choque y nunca por lo ofrecido en la primera mitad- y el Real Zaragoza -no tanto por el cambio, sino por un estado de efervescencia colectiva, liderado por un Francho imponente- pasó a asediar al Eibar durante un escalofriante cuarto de hora, con Gámez y Borja tarifando por banda derecha. Ahí ya no estaba Toño, sustituido al descanso por Burgos, tras flirtear con la segunda amarilla mediada la primera parte.
Un disparo de Gámez pareció perderse por el lateral de la red visitante, pero venía rebotado de un defensa. Córner. Lo saca Francho -inédito sin demasiada explicación en esta suerte-, templándolo pasado el punto de penalti y ahí Francés le madruga la posición a su marcador, para conectar una volea que supera a un sorprendido Yoel y salir disparado a celebrarlo con una Romareda que lo gritó como sólo se gritan los goles que van más allá de un marcador.
Garitano reaccionó sacando la flota de tanques que tenía aparcada en el banquillo. En dos ventanas que aislan la realidad de su plantilla de la del resto, salieron Fran Sol, Fernando Llorente y Quique González, además del punzante Rahmani. JIM recetó a su equipo de los antibióticos necesarios en cada ocasión: Zapater -por James– empezó oxigenando el mediocampo y Lluis López, en lugar de Borja Sainz, fue llamado a filas cuando el Eibar comenzó a coleccionar nueves como si no costaran. Justo antes de retirarse, y pasar Fran Gámez a ser carrilero, Borja desperdició otra fantástica conducción de Francho, todavía mejor que la que nos permitió liberarnos en Burgos de nueve empates consecutivos.
Francés y Jair se agigantaron y firmaron unos últimos diez minutos descomunales. El VAR valoró una posible mano del canterano tras disparo de Tejero y decidió no sancionarla, a diferencia de lo que hubiera ocurrido la temporada pasada con casi toda seguridad. Azón refrescó la punta en los minutos finales y Adrián -por Gámez– añadió altura y oficio, pasando Francho a tapar un carril donde se reunían Rahmani y Stoichkov. Cristian rechazó con sufrimiento un disparo de Expósito y Burgos se perdió la última ocasión en el área pequeña aragonesa. Final. Quizá a este partido se anticipó Cristian en el sueño que nos compartió en agosto o quizá está todavía por venir… y será aún mejor. La Romareda volvió a ser el teatro de nuestros sueños y el Real Zaragoza celebró una victoria magna que lo constituye, por pleno derecho, como aspirante a ilusionarse con la -todavía lejanísima en el tiempo- promoción de ascenso.
REAL ZARAGOZA. Cristian Álvarez; Gámez (Adrián González, 90), Francés, Jair, Chavarría; Petrovic; Francho, Igbekeme (Zapater, 69); Bermejo (Narváez, 46), Sainz (Lluís López, 79); y Álvaro Giménez (Azón, 90).
EIBAR. Yoel; Tejero, Correa (Rahmani, 85), Sergio Álvarez (Quique González, 85), Arbilla, Toño García (Burgos, 46); Javi Muñoz, Expósito, Corpas (Fran Sol, 71), Stoichkov; y Blanco Leschuk (Fernando Llorente, 71).
ÁRBITRO: Javier Iglesias Villanueva (Comité Gallego). Amonestó a Toño García (30) y Stoichkov (60).
GOLES: 1-0, min.61: Francés.
INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la decimonovena jornada de Liga, disputado en La Romareda. 16.000 espectadores.
La resistencia sigue dando sus frutos. El partido de Fran Gámez en ataque la primera parte es brutal, sacando el balón jugado a la perfección casi el 100%, lo de Alvaro Giménez es otro nivel …. gana casi todos los balones y los da con criterio, lástima no tener dinero para ofrecerle contrato y tenerlo con nosotros para un proyecto más a largo plazo, y cuando se libere a Francho de algo de trabajo brillará muchísimo más. Sigamos poco a poco y disfrutemos del día. Abrazos a todos.
Buenas, Luis!
Gracias por tu brillante comentario en cada una de nuestras crónicas
Totalmente de acuerdo con tu opinión.
La paciencia constructiva suele dar frutos
Abrazos!!