HACE FRÍO EN LA SALA DE ESPERA

Pablo Díaz Stalla

HACE FRÍO EN LA SALA DE ESPERA

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El tedio roza el hastío cuando vuelves a no jugarte nada, sin ninguna opción matemática de alcanzar el playoff y a sólo un punto de la salvación

Una nueva temporada está a punto de concluir y como en las últimas -demasiadas ya- su final se nos está haciendo muy largo. Esta sala de espera no es agradable. Hace frío. El tedio roza el hastío cuando vuelves a no jugarte nada, sin ninguna opción matemática de alcanzar el playoff y a sólo un punto -sumado por ti o dejado escapar por el Málaga- de asegurar la permanencia. Quien más y quien menos estamos ya con la cabeza en el curso que viene, tratando de esperanzarnos en que pueda ser el definitivo y nos devuelva a Primera División. Se dice que la primera impresión es la que queda, pero se sabe de la importancia de las últimas. Y ahí se encuentra el Real Zaragoza, intentando sumar los nueve puntos en juego en las tres jornadas que quedan para terminar lo más arriba posible y -además de recibir la mayor cantidad de dinero por ello por parte de la Liga de Fútbol Profesional- terminar con la sensación de que hay una base sobre la que construir una plantilla competitiva. No creo que sea necesaria una revolución para poder atacar el ascenso, pero es urgente e inaplazable traer jugadores que eleven la calidad y apuntalen puestos en los que ahora estamos muy necesitados.

Dominas y creas peligro, pero no concretas. Encima, esta vez, recibes en el último minuto. Así es Segunda. O sabes competir o no vuelves a Primera

El Real Zaragoza sufrió este domingo su quinta derrota en 24 partidos de Liga desde la llegada de Escribá al banquillo. No perder es positivo y convertirlo en costumbre nos había permitido llegar al final del curso con el bien menor de no pasar apuros casi asegurado. Pero para pelear el ascenso hay que ganar. Y este Oviedo de Cervera, sin ningún lujo, nos deja claro lo que hay que hacer: cero riesgo cerca de área propia, fallar muy poco y aprovechar los errores del rival. Así llegó su primer gol: balón robado a Bermejo a la altura del centro del campo y contra rápida por banda izquierda de su ataque para finalizar con balón raso al segundo palo, donde llega Viti sólo para empujar. Primera parte en la que no eres inferior y te vas perdiendo… El comienzo de la segunda resultó mucho más interesante para nuestros intereses. Las combinaciones repetidas y anodinas en defensa previas al descanso fueron sustituidas por apariciones en zonas interiores de Bebé y -sobre todo- de Bermejo, que daban mayores opciones de creación. De esta manera llegó el empate, Bermejo se va de dos contrarios en conducción vertical y dispara con el interior desde fuera del área, colocando el balón por dentro del lateral de la red. Ahí el duelo se puso de cara. Tuvimos dos muy buenas ocasiones para el segundo: otra de Bermejo, de cabeza; y una de Pau Sans quien, tras un primer control que supuso un regate maravilloso, disparó muy alto. No es la primera vez que nos ocurre. Ni mucho menos. Dominas y tienes ocasiones, pero no concretas. Encima, esta vez, recibes el gol de la derrota en el último minuto. Así es la Segunda. O sabes competir en ella o no vuelves a Primera.

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