José Mendi
'GIULIAMO' Y LOS PARTISANOS
Los amamos aunque nos decepcionen; nos decepcionan aunque los amemos. ¿No les suena a una relación muy familiar?
Los humanos tenemos una personalidad que se construye con los años, mientras se mezcla la genética heredada con las experiencias vividas. Las organizaciones, también. Los comportamientos reflejan el modo habitual con el que nos relacionamos con los demás, para conseguir los objetivos que nos interesan. Desde comer a reproducirnos, desde querer a que nos quieran. Son necesidades que todos tenemos. Unas son primitivas, como animales que somos; y otras muy elaboradas, como sujetos sociales que vivimos en comunidad. Un equipo de fútbol es un ser vivo y así hay que estructurarlo, dirigirlo y analizarlo. Vemos a jugadores profesionales donde en realidad hay unos jóvenes madurando. Nos identificamos con nuestro equipo, porque forma parte de nuestra personalidad. Lo amamos, aunque nos decepcione. Nos decepciona, aunque lo amemos. ¿No les suena a una relación muy familiar? Queremos lo mejor para nuestros colores, porque somos egoístas y deseamos nuestra felicidad. Algo tan natural como exhibir la satisfacción del éxito de nuestros hijos, creyendo que el mérito es de los progenitores. Muchas veces la respuesta ante el ánimo que apoya es igual de fuerte que la desplegada tras un desprecio que ataca. La clave personal es saber dirigir esa activación motivadora. Hay jugadores que se rebelan ante los abucheos y despliegan su mejor versión. Otros se hunden si creen que el silbido del cierzo es una crítica con forma de ventolera.
Un equipo en construcción es una inversión más eficaz que una plantilla en permanente reconstrucción
Tras las primeras jornadas, todos teníamos ganas de que el Real Zaragoza finalizara su compromiso con el patrocinador de su trasero, defendiendo la Triple zero de Ámbar. De hecho, al entrenador ya se le comenzaba a llamar Carzero. Menos mal que el equipo comenzó a ver portería a comienzos de este mes. El inicio de una nueva campaña en Segunda comenzaba a tomar color. Y eso que todos los proyectos han partido de una premisa errónea, que ha hecho de los blanquillos un experimentado Sísifo camino de la élite. Un equipo en construcción es una inversión deportiva más eficaz que una plantilla en permanente reconstrucción. Hemos perdido la conexión demasiados años viendo el mismo error 404 cada vez que queríamos conectar con el equipo del león. Prefiero las dificultades actuales que me llevan a una página en construcción. Una tarea que nos compete a todos, especialmente al técnico y a la nueva propiedad. Para que un equipo tenga personalidad, primero debe adquirir identidad. Y ésta solo se ostenta cuando se desarrolla y madura una estructura mental que se sostiene con el esqueleto fisiológico. Como en la vida, en el fútbol tampoco hay tipologías personales mejores o peores. Los entrenadores deben ser más enzimáticos que enigmáticos: su principal función es catalizar un grupo para obtener el mejor rendimiento con los recursos de los que dispone. Este Zaragoza no puede ascender como un equipo que avasalle por su poderío, debe intentarlo en base de una identidad y fortaleza grupal que se sustente en la intensidad, en la táctica y en la mutualidad solidaria de sus componentes.
No puedes definir tu personalidad sin antes fijar tu identidad
El problema de este equipo es que quiere definir una personalidad cuando aún no ha fijado su identidad. Si tuviera que pasar consulta a esta plantilla, un día entraría Dr. Jekyll y otro Mr. Hyde. Una semana diagnosticaría un trastorno bipolar, de esos que te llevan a la montaña rusa del ánimo; y en la siguiente visita me encontraría con un trastorno dismórfico, en el que los pacientes se obsesionan con supuestos defectos de su imagen. Decimos erróneamente que alguien tiene personalidad cuando tiene mal genio. Pero es peor no tener identidad que tener una personalidad débil o, incluso, malévola. Nuestro equipo está en formación. Podríamos decir que es amorfo. Como lo son esos adolescentes que no saben si te van a adorar o insultar, con tal de autoafirmarse. Lo que hoy identifica al paciente, y es lo único positivo, es que funciona con unicidad. El día que está a gusto, disfrutan todos. La jornada que no funciona, nadie lo hace a título individual. Hablo de humanos, por lo que no meto en el paquete a Cristian. Su protagonismo en esta película se mueve entre el Yoda galáctico y el hombre que susurraba a los balones. El equipo que cayó contra el Lugo ya había perdido en la pizarra de Carcedo antes de sacar de centro. Los derrotados de Anduva fueron los héroes frente a la Ponferradina y al Sporting. Los mismos que gritaban su alegría en el vestuario berziano, el sábado se encogieron al pisar el césped. Como decían en Martes y trece: son los mismos, pero no son iguales.
Carcedo y las tres ‘Coes’, co: compromiso, colaboración, concentración
Carcedo debe ser consciente de que no cuenta con un ejército, sino que dirige una guerrilla. Estos partisanos blanquiazules, en su mejor versión, pueden desarticular a un adversario más potente. No esperemos bonitos desfiles, con llamativos uniformes de un ejército regular. El éxito de este equipo es sostenerse en las tres Coes que transforman un grupo en un colectivo organizado: compromiso, colaboración y concentración. Tres palabras que se escuchaban, aunque no se oían, en los gritos de entrada al vestuario tras la victoria de los maños en el Toralín. ¿Estaremos ante un equipo esquizofrénico? Me sigue asaltando el debate profesional irresoluble. Me inclino a pensar en una crisis de madurez. Este grupo no puede vivir de resultados, sino de trabajo. La mejor terapia para este colectivo es el esfuerzo diario de cada entrenamiento y cada partido. Cada encuentro hay que construirlo como una nueva escultura, que hay que crear y dotar de vida. Los artistas comienzan a serlo desde el momento que cogen el barro primitivo con sus manos desnudas y preparan el material para esculpir, doblando el espinazo. Sólo así un peón del fútbol puede llegar a ser un artista del esférico. A este equipo le pedimos fortaleza en su trabajo, sin confundir esta tarea con unos trabajos forzados. Si estos jugadores salen a disputar cada encuentro luchando por los juegos del hambre (y del hombre), la identidad construirá una personalidad. Le sugiero una idea al cuerpo técnico, que mezcla psicología y deporte: si no te llega para desplegar una estrategia, convierte la táctica en tu plan. La presión arriba, la concentración y la intensidad son parte de una táctica de juego que, aplicada a diario, no sólo se puede convertir en el plan, sino que reforzarán una identidad y se convertirán en tu personalidad. Hay otros planes, pero están en esta táctica. No es que no demos para más, sino que así es como más nos identificamos. Esto no se consigue cambiando o manteniendo alineaciones, ni fijando o cambiando dibujos de pizarra. Es un patrón que ha de ser el ADN de cada jugador, de cada línea de campo y de todo un grupo, que lo hará funcionar como un equipo. La tecla que debe tocarse y sonar es la armonía colectiva. Y algo más importante: la clave no estará en la tecla, sino en la tensión y en la nota que emita cada pieza en cada momento del partido.
Ajustemos la armonía sin pretender cambiar demasiados instrumentos
No hace falta cambiar de piano en cada partido, ni ejecutar los mismos movimientos con similar fuerza. Gueye puede ser lo mismo que otro compañero, pero con diferentes recursos. No se trata de echarlo a los leones, ni de devolverlo a pastorear a sus felinos. Azón y Simeone son suplementarios. No sabemos si el primero es el segundo en grande o el italo-argentino es un maño pequeño de garra grande. Grau es la solvencia y Molina la disciplina. Son más complementarios. Pero hay partidos en los que el complemento para cualquiera de ellos, y entre ellos, pasa más por Petrovic y Eugeni que por la insistencia. El teclista debe prestar más atención al sonido que a la tecla y eso es pensar en soluciones cuando la misma pieza no suena igual. Ya sabemos la importancia de las salas de conciertos, que influyen en el resultado más que el público para el que actuamos. Por mucho que Carcedo grite “¡Va, Va!”, en alusión a Valentín Vada, no deja de taponar el crecimiento de Bermejo y el suyo propio. Quizás si le dice “¡allí Va, Va!”, es capaz de abrir la cueva del tesoro de los ladrones de goles. Esa zona del equipo exige afinar de nuevo. Y hay soluciones. La música de una orquesta es coral, pero interpretar una sinfonía requiere mover artillería pesada, vestidos de frac, con un silencio exquisito de fondo. Sin embargo, una banda de peña festiva puede salir victoriosa frente a una filarmónica si el ritmo ágil y pletórico conecta como equipo. La gente aplaude con elegancia a los artistas de la etiqueta musical, pero sólo persigue bailando a una charanga. Disfrutando de su ritmo.
Cambia más un cerebro a un pie que una extremidad a un pensamiento
Funcionó ese plan frente al Gijón. En esa ocasión, los mejicanos no pudieron asaltar El Álamo de la Romareda, a pesar de su potencial económico. El Cholito se convirtió en la referencia del grupo que estuvo a su tono; y él, a los del resto de la orquesta. Volaban los tacos a su alrededor y no eran meros insultos. Pero ese día Carcedo dejó de ser el doble de José Luis Garci y ejerció de Billy Wilder, con Giulano jugando con faltas y a lo loco. El chico ya se había graduado en Ponferrada, como delantero profesional, tras estrenarse en nuestra ciudad -ante el Lugo- como jugador de ese tenor. Frente a los asturianos, y ante la afición, Simeone se convirtió en el amo de la delantera, del equipo y del estadio. Ya le llaman Giuliamo. Tan pronto lo vemos de cheerleader, capaz de animar al público y amedrentar al VAR al mismo tiempo, como de rematar la hierba del Bierzo. Le advertimos que un exceso de protagonismo le pondrá en la libreta negra de los colegiados si sale del clasicismo método interpretativo de las faltas. El resto de líneas estuvieron en su tonía y en sintonía. Francés, lesionado, seguía de “Robocop” con su brazo de mecano. Ya tenemos un “Frances-cano”. Pero Lluís brilló tanto ese día como deslucido fue su despeje a pierna cambiada en Anduva ¿Las mismas piernas con diferentes cabezas? Puede ser. Cambia más un cerebro a un pie que una extremidad a un pensamiento.
Cuartero ya ha sobrevivido a la Reina Isabel II. Tiembla, Jordi Hurtado
A esto no es ajeno el planteamiento institucional, ya que todo está relacionado. También aquí son necesarios cambios de evolución. No podemos pedir un giro deportivo si se mantienen las costuras del pasado. No se puede hacer una revolución institucional si el equipo no funciona. La afición no puede ni debe hacerlo todo. Y en esta zona del área maña, tenemos la duda de si alguno de los mariachis del crowdfunding se ha quedado por las oficinas del club ejerciendo de Pancho Villa. La rueda de prensa que ofrecieron el director general y el deportivo me suscitó más inquietud que la alineación frente al Lugo. Reconozco una simpatía profesional por esta pareja. No podía evitar la sonrisa fantaseando con Al Bano y ‘Romina Tower’, mientras ellos hablaban de Charlie y su fábrica de chocolate. Aunque su personaje siempre estuvo más cerca de Eduardo Mañostijeras. Yo creo que esta denominación cariñosa a Cuartero viene en recuerdo del famoso punto fronterizo que marcaba el paso de la zona de control soviética a la aliada, en el Berlín asediado por el muro en plena guerra fría. El caso es que Cuartero ha sobrevivido a la reina Isabel II. Por si acaso la cosa se alarga, le sugiero a Jordi Hurtado que se cuide.
Tratemos al paciente (equipo) como a un adolescente y no como a un enfermo
Este contenido (párrafo de texto, archivo de audio o de vídeo) sólo está disponible para nuestros suscriptores. Abónate AQUÍ a LEONSEPIA