
Pablo Díaz Stalla

REAL ZARAGOZA 98-04. CAMPEÓN Copas DEL REY 01 - 04
DEL ALIVIO AL LAMENTO
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Un marcador de sabor variable. Los empates y las catas a ciegas
Si hay un resultado que está caracterizando -y marcando- nuestra temporada, ése es el empate. Hasta 12 en 23 jornadas es un registro que no tendrá demasiados precedentes y que te suele situar, pasado el ecuador del curso, donde estás -desde que las victorias pasaron a sumar tres puntos en vez de dos-: más cerca de abajo que de arriba. Los empates son como las catas a ciegas: nunca sabes qué sabor van a tener. Podríamos convenir que no nos supo mal del todo el de este pasado fin de semana: porque el Toralín es uno de los feudos más exigentes de la categoría para el visitante, porque apenas hubo un momento en la primera mitad en el que nos lo mereciéramos y porque, cuando logramos igualar el juego tras el descanso, quizá nos faltó ambición para ir a por la victoria. A este relativo buen sabor de boca por el último resultado contribuye también venir de tres derrotas consecutivas y no de más empates, después del empacho que supuso esa histórica racha de nueve seguidos en otoño.
¿Cuál fue la razón táctica de que la Ponfe fuera tan superor de inicio?
¿Por qué consiguió ser la Ponferradina tan superior al Real Zaragoza durante la primera media hora del encuentro? Podemos recordar hasta siete llegadas claras de los locales, que rozaron el asedio del área aragonesa. Sólo un magnífico Cristian evitó llegar al descanso con dos o más goles por debajo en el marcador… Uno de los aspectos más importantes durante un partido es cómo reaccionas cuando recuperas el balón en fase defensiva y cómo lo haces tras pérdida. Durante la primera mitad, la activación tras pérdida de la Ponferradina fue muy superior a la del conjunto aragonés, lo que le permitía enlazar ataques por robar en campo contrario y, para evitarlo, nos obligaba a jugar balones largos, sin dirección ni intención permanente, que terminaban sin generar peligro y en pérdida casi inmediata. Durante varios encuentros, a principio de temporada, el Real Zaragoza logró ser un equipo así: mordía en campo rival y recuperaba muy arriba. Queda poco rastro de aquello. Sólo Borja Sainz buscó algo diferente -encarando e intentando desbordar-, pero demasiado en solitario y en un perfil cambiado, que no parece la mejor opción para su juego.

Cristian siempre vuelve y ojalá nunca se vaya…
Párrafo aparte merece Cristian. Por su partido. Si nos referimos a su trayectoria desde que fichó por el Real Zaragoza, hace ya cinco temporadas, quizá sea necesario un libro para hacerle justicia. Acostumbrados a esa dimensión casi extraterrestre en su hoja de servicios y porque es cierto que llevaba algún partido -el de Miranda, especialmente- demasiado pálido, se activó una leve preocupación en torno a su momento. Como era previsible, Álvarez siempre vuelve y lo hizo puntual en Ponferrada, para negarle el gol a Saverio nada más comenzar, con una estirada sin motor hacia su poste izquierdo, y con una parada llena de reflejos y calidad tras un disparo de Agus Medina, que se envenenó tras golpear en el cuerpo de Enrich.
El temor a una cuarta derrota consecutiva y la alergia que nos generó
Del alivio pasamos a un cierto lamento por renunciar a ir a por el partido cuando éste se igualó. Quizá se quiso evitar a toda costa una cuarta derrota consecutiva antes de este nuevo parón de dos semanas pero, llegados a este punto de la temporada y valorando nuestra actual posición en la tabla, cabe preguntarse si no deberíamos arriesgar algo más buscando los tres puntos. Todos detectamos desde la televisión -y si se nota ahí, sobre el terreno de juego es aún más evidente- que la Ponferradina empezó a sentir la ausencia de varios de sus jugadores principales llegada la hora de juego y ahí, cuando fuimos capaces de combinar más y hasta de dominar la sensación, se nos acumuló una inoportuna alergia a asumir riesgos y a demostrar que el empate se quedaba corto para nuestras ambiciones. Al menos, aunque se acumulan cuatro jornadas de Liga sin marcar, supimos sufrir cuando la Ponfe fue superior y dejar la portería a cero. Quizá sea el paso previo de una próxima victoria, pero hay que ser capaces de crear ocasiones y tener acierto para ello.

Perfecto análisis de las sensaciones del partido en Ponferrada.
Alivia y conforta comprobar que lo mismo que sentimos los aficionados es lo que expresa Pablo, pues a veces dudamos por si nuestra pasión nos está nublando la razón o si existen aspectos decisivos que se nos pueden escapar. Suscribo el comentario.
Dándole las gracias a Pablo por explicarlo de una manera tan clara, didáctica y profesional.
Te las envía de vuelta!!!
Acabo de hablar con él y de compartirle tu comentario