José Mendi
CORDERO DE DIOR
La frustración más incapacitante no es la de una derrota sino la de saber que carecemos de habilidades para competir por un objetivo inalcanzable
Los objetivos se planifican y trabajan. Los deseos ilusionan y se sueñan. El cimiento de cualquier equipo de fútbol, ya sea en el deporte base o en competición profesional, comienza por analizar la accesibilidad de la meta fijada y los caminos para llegar a ella. La frustración más incapacitante no es la del fracaso tras una derrota sino la de saber, previamente, que carecemos de habilidades y medios para competir por un objetivo inalcanzable. En ese momento, el espejismo de la utopía se convierte en la desazón de una quimera. En psicología deportiva, uno de los momentos transcendentales del inicio liguero se centra en una puesta en común de jugadores y cuerpo técnico, con poco balón y mucha cabeza. En ese momento primigenio de la temporada se debe alumbrar un Big bang de fútbol, para saber hacia dónde se puede y se debe expandir un equipo. Analizar y construir -con racionalidad sensata y sin voluntarismo- es tan importante o más que el esfuerzo físico y táctico de cualquier colectivo. Es cierto que cualquier planificación está sometida a circunstancias imponderables, ya sean positivas o negativas; pero esa previsión de alternativas inesperadas también debe estar integrada en el diseño de una temporada y de un equipo.
En el fútbol profesional, los masoquistas aficionados sufrimos pagando y pagamos sufriendo
El fútbol profesional juega con el ocultismo financiero. No sólo porque haga magia negra -o árabe- para vivir de la milagrería. Utiliza la multiplicación de los goles y las teles para dar de comer a quienes viven de este deporte. Y los aficionados, como buenos masoquistas, sufrimos pagando y pagamos sufriendo. Quienes sentimos el fútbol por amor a unos colores somos dueños de nuestra pasión, pero ellos son los gerentes de la cuenta de resultados. Tanta nocturnidad acaba repercutiendo en la transparencia deportiva. Al parecer, las primas de un equipo por alcanzar los objetivos fijados se deben depositar, al comienzo de cada curso futbolístico, en el interior del arca de la Alianza de la Liga. No hay Indiana (con Jones o sin Jones) que sea capaz de desentrañar los misterios de los mandamientos a los que se comprometen los jugadores y su club, a través del dinero, para alcanzar los objetivos. Por si fuera poco el secreto, las primas individuales se mezclan con las colectivas, los partidos jugados, los minutos disputados, los goles conseguidos…etc. Si hay algo que envenena a un grupo, es la diferencia de primas por conseguir unas metas en las que todos deben arrimar el hombro. La diferencia salarial es lógica en función de las responsabilidades, la experiencia o la calidad. Pero los incentivos deben ser proporcionales o equilibrados para reforzar la mentalidad de equipo. Es en ese momento -de frialdad económica y racionalidad deportiva-, donde la planificación de objetivos retrata la realidad de un colectivo, su capacidad de implicación y su disposición para trabajar en común. E insisto, se trata de buscar metas reales y no ideales. Con la flexibilidad de modificar, por parte de todos, las vías para alcanzar o adaptar los logros que se pretenden conseguir.
Tras el lechazo que nos dimos con Torrecilla, necesitamos un buen ternasco futbolístico. La presentación en el horno de La Romareda fue correcta
Ese es el escenario en el que se debe desenvolver la más alta parcela de la gestión deportiva de un club. Administrar los recursos, conocer lo que se tiene, lo que sobra, lo que se necesita y planificar las decisiones, en un cronograma temporal, que conjugue todo para llegar al objetivo establecido. El valor de la dirección deportiva no está en la agenda de su bolsillo, sino en la habilidad de su cabeza. En ese sentido, todos deseamos que el Real Zaragoza haya fichado a un responsable de lujo, un auténtico Cordero de Dior. Tras el lechazo que nos dimos con Torrecilla, lo que aquí necesitamos es un buen ternasco futbolístico. La presentación en el horno de La Romareda fue correcta. Al recién llegado le acompañó Sanllehí, a quien se le veía un poco tirante. Debía ser porque es el único director general de un club profesional que sostiene sus pantalones gracias a las correas que descienden de sus hombros, hasta su cintura. Con esa pareja yo no me enfrentaría. Si fuera futbolista, no me atrevería a negar mi fichaje por los maños ante la invitación de Cordero. Entre el cartagenero y el catalán, uno no sabe quién parece el más amable. A uno lo delata el gesto y al otro su tirantez. Como suele ocurrir, las personas se parapetan en su ‘rigor rictus’ -o en su vestimenta- para disimular una cercanía en la que no se sienten seguros. Como no se trata de contratar relaciones públicas, la eficacia prima sobre la fachada. Y es aquí donde el valor de un proyecto se debe asentar para acometer como nunca, la meta de siempre. Eso sí, transformando un deseo permanente en un objetivo mensurable. A escasas horas de finalizar el mercado de invierno, necesitamos vaciar el congelador de fichas salariales para darle frescura a la nevera de primavera. Ahí veremos si nuestro Cordero alcanza el punto idóneo para reforzar el menú creativo de una plantilla, fusionando calidad y precio. Ya sea con una cocina de inducción, o por deducción, a este equipo le vendrá bien una revolución. Me da igual si ejerce de MasterChef con estrellas o de Míster Che guerrillero.
Las piernas siguen corriendo más rápido que la cabeza. Y eso hace que seamos demasiado lentos. Somos un caso de libro en la psicología deportiva
Por lo que se refiere al fútbol, el equipo se ha estabilizado en lo deportivo, pero necesita avanzar en su dinámica mental. Las piernas siguen corriendo más rápido que la cabeza. Y eso hace que el equipo sea demasiado lento. Es una paradoja que se da más a menudo de lo que parece. La agilidad en el cerebro da alas al conjunto de una línea y la compenetración de ésta hace que un equipo sea rápido sin balón o con él. Lo que se debe mover es un esquema y no jugadores en solitario. La escasez de fluidez en las ideas adormece el juego de los maños, promoviendo la horizontalidad e inestabilidad de un conjunto. Nuestro equipo se ha convertido en un caso de libro en la psicología deportiva. Se ha mejorado la intensidad individual, pero no hemos construido una flexibilidad de líneas que rentabilice un equipo competitivo como grupo cooperativo. Los jugadores responden al esfuerzo físico con lateralidad y transversalidad. Su deseo, tan inconsciente como inconsistente, sería jugar a lo ancho y no a lo largo. Eso, en definitiva, les lleva a la lentitud. Si dejas de pedalear con la pelota en una dirección, te caes o te hundes. Moverte sin avanzar, convierte los partidos en unos rodillos que te mantienen el físico… y no te llevan a ninguna parte. Las líneas del equipo mantienen cierta solidez consigo mismas, pero no se encuentran con sus acompañantes. Los jugadores se mantienen erguidos mientras avanzan de lado, pero se tambalean cuando intentan profundizar en ataque o recular en defensa. Cada eje se mantiene con una táctica de futbolín, pero no consiguen escapar de la barra que atraviesa sus cuerpos.
Me permitirán una afirmación que, probablemente, me restará puntos del juego de MAGNÍFICOS…
Me permitirán una afirmación que, probablemente, me restará puntos del juego de MAGNÍFICOS. El jugador más decisivo, con la capacidad y calidad del actual Zaragoza, es Bermejo. Hay delanteros, mediapuntas, centrales, defensas, laterales y porteros. Pero la cuarta dimensión del balón pertenece a un género más diferencial. En los equipos de renombre y dinero se les llama creadores y organizadores. Son los que mueven, distribuyen y atraen la pelota por igual. En los equipos modestos son los filtradores, los que ocupan ese papel estelar no siempre reconocido o visible. Su principal dificultad con el césped reside en que mantienen un equilibrio muy inestable con el momento exacto en que la pelota debe abandonarles hacia el cariño de otras botas amigas. Si no existe ese espacio temporal adecuado, es el balón el que huye del jugador a través de un agujero de gusano hacia el rival. El público, en cambio, metería al gusano del futbolista en un agujero negro. En nuestro equipo, además, hay dos tipologías que se acercan a la tribu de escasos filtradores. Un perfil de este estilo es Francho, aunque es difícil ser el chico del reparto al mismo tiempo que envuelves los paquetes y corriges los errores en las direcciones de los compañeros. Otro es Zapater, quizás por madurez es más un infiltrador que un comando para romper líneas. En cambio, el perfil de contención de Alcorcón, no le permite destacar. Su papel en Gijón fue más bien de ‘alcornocón‘. En el eje del medio del campo echamos de menos el prometedor inicio de Jaume. Hoy, este jugador nos recuerda más al increíble hombre ‘mengraunte‘. Entre la ficción de esta serie B en la que jugamos y el pánico del aliento de los puestos gélidos, hay momentos en los que no sabemos si navegamos en la parte superior de un iceberg -que podrá con todo y contra todos-, o en la bodega del Titanic con los remaches del casco pendientes de remendar.
La derrota de Gijón nos devolvió a la normalidad del desequilibrio. Se valora la resistencia, pero la mentalidad se demuestra desde el calentamiento
Nos despedíamos del 2022 con la alegría de una victoria con exhibición ante el Huesca. El aterrizaje frente al Leganés nos devolvía a la realidad del desequilibrio. La idiotez de partido frente a los de Idiakez nos hizo dudar si los entrenadores se habían equivocado de banquillo. El empate frente al Mirandés nos recordaba lo poco que hemos disfrutado de nuestro hogar en los últimos tiempos. Las lesiones y las ausencias de Simeone, Bermejo o Azón han sido una pena futbolística pero, al mismo tiempo, demuestran que este equipo tiene más capacidad que confianza en demostrarla. Es lo que ocurrió contra el Villarreal. Volvió Cristian a la portería, pero Escribá le birló el papel más divino. Tras una primera parte de garrafón, el técnico zaragocista convirtió once tinajas de fútbol esbafado en apóstoles del buen juego. Los aficionados nunca entendimos por qué el entrenador había reservado el buen vino para el final. La victoria le dio la razón y disfrutamos estas particulares Bodas de Caná -con ganas de ganar- como un triunfo del buen gusto final tras la indigestión del primer plato. La derrota de Gijón nos devuelve a la normalidad del desequilibrio. El tiempo forma parte de la concentración y ésta no se construye con el transcurso del partido, sino que se traslada al encuentro desde que se sale a calentar. Es de valorar la capacidad de reacción pero la mentalidad se demuestra en la acción. El estímulo es tan importante como la respuesta. Y si la iniciativa es la respuesta, sepamos que el mejor inicio de un partido es comenzar respondiendo antes de que llegue el estímulo ofensivo del adversario. Ya me disculparán este acertijo de psicólogo.
Cordero de Dior, que fichas en el mercado de invierno, ten piedad de nosotros. Cordero de Dior, juega con nosotros y danos la paz del ascenso. Amén.
El final del mercado de fichajes debe marcar el prólogo de un equilibrio para estabilizar el vuelo en esta temporada. Coger altura sobre la línea de descenso es imprescindible para intentar planear hacia una pradera del playoff, que hoy parece un espejismo. Si el propósito es coger el próximo enlace hacia un rumbo de primera, quedan seis meses para empezar una pretemporada de verdad con un equipo de certeza. Antes necesitamos llegar a un punto de tranquilidad, que nos permita convertir en posible un objetivo con un equipo que juegue con más probabilidad real que azar de fortuna. El epílogo frente a los asturianos debe ser el principio de una evolución que se inaugure el lunes frente a la Ponferradina. Al fin y al cabo, sólo los leones podrán a los leoneses. En esta nueva etapa que ahora afrontamos nos encomendamos -en cuerpo y alma zaragocista- a un equipo y un club que merecemos que mejore. Por eso, ahora y siempre, juntos en común unión, elevamos esta plegaria a nuestro deportivo señor director: “Cordero de Dior que fichas en el mercado de invierno, ten piedad de nosotros. Cordero de Dior que aligeras las fichas de los maños, cuenta con nosotros. Cordero de Dior, juega con nosotros y danos la paz del ascenso. Amén.”
Cordero de Dior, que fichas en el mercado de invierno, ten piedad de nosotros. Cordero de Dior, juega con nosotros y danos la paz del ascenso. Amén. AMEN AMEN .. Grandeeee! Si señor como siempre y una vez mas .. esperando la siguiente .Besicos desde el condado