Pablo Díaz Stalla

REAL ZARAGOZA 98-04. CAMPEÓN Copas del Rey 01, 04

¿CÓMO SE PUEDE CAMBIAR TANTO EN OCHO DÍAS?

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Hemos pasado del “que se acabe ya y se vayan (casi) todos” al…

Cuánto cambian las cosas en apenas ocho días. Por suerte, en esta ocasión, para bien. Hemos pasado del “que se acabe ya y se vayan (casi) todos”, tras el bochorno del resultado contra el Alcorcón, al “dónde estaríamos si hubiésemos jugado toda la temporada como en Oviedo”, del pasado lunes noche. El cambio de perspectiva que siempre provoca el último marcador es mayúsculo. Y ahí nada el desafío de esta Tribuna ¿Cómo explicarlo? Sin tener la respuesta definitiva, porque el fútbol nunca será una ciencia exacta, sí que podemos dar algunas claves. La última derrota en casa, ante el colista ya descendido y en lo que debía suponer un homenaje a la leyenda de José Luis Violeta, abrió una herida demasiado grande en el alma de todos. También de los jugadores, por supuesto. Tu semana siguiente, siendo futbolista, comienza la misma noche posterior al partido. Da igual que no tengas redes sociales ni leas medios de comunicación: si lo has perdido, duermes entre poco y nada. Son muchas horas de diálogo contigo mismo, dando vueltas en círculo a lo que ha pasado; y luego llegan los días de las reuniones grupales con el cuerpo técnico… Muchas correcciones, comentarios de lo sucedido y unas ganas terribles de que llegue la revancha que siempre te ofrece el próximo encuentro.

El Real Zaragoza pareció el sexto clasificado en esta ocasión

En Oviedo, este pasado lunes, te enfrentabas a un equipo en zona de promoción y en un momento de resultados muy bueno -siete victorias y dos empates en nueve encuentros-. Ellos llegaban con mucha confianza y jugándose mucho. Ya sólo su situación te pone en alerta, pero tú venías de donde venías -si bien es cierto que las sensaciones generales tras el Alcorcón hubieran sido otras en caso de haber acertado con las tres claras ocasiones que se tuvieron…- y daba igual dónde jugases y contra quién lo hicieras. El Real Zaragoza, cada futbolista, tenía que demostrar que es mejor de lo que había parecido en el último partido; mientras que los asturianos tenían toda la presión por ganar para ir abrochando el objetivo que persiguen. Resultó una actuación tan coral y completa, que el conjunto aragonés dio la impresión de ser quien disfrutaba de un puesto en la promoción de ascenso. Intensos, solidarios, intentando controlar el partido con posesiones de muchos toques y sorprendiendo a un Oviedo que, quizá, esperaba un rival más entregado.

La rebeldía incluso aumentó tras el increíble primer penalti en contra

El Real Zaragoza, en el Nuevo Tartiere, nunca se vino abajo; ni siquiera tras la decisión arbitral de señalar como penalti una mano mínima de Iván Azón en el área. Estoy seguro de que el VAR no se creó con la intención de sancionar penaltis de este tipo, pero el reglamento y su compleja interpretación han derivado en que casi cada balón que encuentra una mano en su camino, y apenas roza con ella dentro del área rival, sea sancionado como pena máxima aunque no sea un remate a puerta. Y ese golpe tan grande, imprevisto e inmerecido hasta ese momento, espoleó aún más a los visitantes que, impulsados por un acierto impropio de esta temporada, fueron capaces de darle la vuelta al marcador en apenas cinco minutos y de seguir sin tambalearse cuando llegaron los otros goles del rival. A nivel individual, más allá del notable alto general, me gustaría destacar el caso de Jaume Grau. En fase defensiva compensa bien los movimientos de los compañeros en la presión y sabe cuándo tiene que ser él quien salte a presionar; y en la ofensiva, siempre da una salida clara y fácil al juego. Ha vuelto en una forma que ni los más optimistas podían esperar. Nos alegramos mucho de su recuperación: seguro que será un activo importantísimo en la plantilla del futuro.

Quien descubra a Cristian ahora lleva cinco años más que despistado

¡Y qué decir de Cristian! Decisivo otra vez, con tres paradas buenísimas y una mano arriba mágica para negarle el segundo penalti a Borja Bastón. Quien haya descubierto al argentino por esta última noche es que lleva cinco años más que despistado…; pero el portero volvió a demostrar -si es que a alguien le hacía falta- que no podemos entender sin él ningún proyecto deportivo del club a corto plazo. Hubo más destacados. Bermejo encumbró su muy buena actuación -habitual desde febrero- con dos grandes goles. Y Azón, autor de un gran cabezazo al poste, estuvo enfrascado en peleas continuas contra la defensa contraria y limitado por el criterio arbitral que todavía pesa contra él cada vez que recibe una falta. Es difícil no destacar a alguien. Incluso los cambios introducidos por JIM dieron un oxigeno fundamental en la recta final del encuentro. De todos los que salieron desde el banquillo, me quedo con Petrovic: se encargó de dar pausa y control al juego, demostrando toda la categoría que todavía conserva, pese a acercarse al ocaso de su carrera. Quedan ya solo dos jornadas y necesitamos ver a este Real Zaragoza en ellas. Si lo consigue, los aficionados -y quizá el nuevo Director general-, llegaremos a junio creyendo que hay una buena base de plantilla para diseñar y construir el futuro inmediato.

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