Siete días (y una noche) de diciembre

José Mendi

SIETE DÍAS (Y UNA NOCHE) DE DICIEMBRE

Un grupo cohesionado es mejor que la suma de sus componentes

La aptitud se entrena y la actitud se aplica. En el deporte, como en la vida, la técnica se mejora con el aprendizaje, si bien la predisposición genética facilita la adquisición de habilidades. El compromiso individual conecta la implicación de cada deportista con los objetivos personales y profesionales. El juego en equipo se enfrenta al desafío de organizar lo particular, en torno al beneficio común, para mejorar el colectivo. Un grupo cohesionado es mejor que la suma de sus componentes. El reto que nos ocupa y preocupa a los psicólogos deportivos suele estar muy vinculado a esta tarea. En el fútbol base estamos rodeados de ingenuidad y egoísmo, a partes iguales, que dificultan la conversión de una plantilla en un equipo. La ansiedad de los padres no suele ayudar demasiado y, tanto los formatos de competición como la pugna entre clubes, terminan por impedir el crecimiento de jugadores y equipos. En el fútbol profesional cambia el tamaño y la procedencia de las incógnitas, pero los parámetros de dichas variables son muy similares. Me he permitido diseñar una fórmula del rendimiento deportivo de un equipo de fútbol, en términos psicológicos, que se rige por los siguientes términos… (pasa al siguente párrafo)

RE = CI x CP x M / F

RE es igual a CI multiplicado por CP y por M, y -todo ello- dividido entre F. RE es el rendimiento del equipo, CI es la calidad individual, CP el compromiso personal y M la motivación. El divisor de esta fracción es F, la frustración. Todos los términos son positivos y se valoran de 1 a 10. El resultado global del equipo saldrá de sumar el valor de dicha fórmula en cada uno de los jugadores de su plantilla y dividirlo por el número de componentes del conjunto.No se asusten por la formulación matemática. Tampoco se han equivocado de lectura. Y no, todavía el Sepiancientific Lion no compite con Scientific American. Así que no teman. No van a soportar mi sesuda tesis doctoral sobre el rendimiento psicológico de un equipo. Lo que sí pretendo es demostrar cómo las variables antes reseñadas se pueden -y deben- trabajar desde mi disciplina para mejorar el resultado de un grupo de futbolistas. La clave es que todos los indicadores superiores de la fracción se multiplican y/o compensan, aunque alguno de sus valores sea el mínimo posible. La motivación, mayoritariamente externa, incrementa la activación o la disminuye, en función de la respuesta del futbolista a las variables ambientales. La frustración, en la medida en que se va incrementando -desde su ausencia valorada con uno- afecta a todos los elementos que se multiplican en la zona superior: para disminuir el resultado de la ecuación y, con ella, la competitividad del equipo.

La trayectoria del Real Zaragoza se fue descompensando conforme empeoraron las variables de dicha ecuación

Lógicamente, cualquier análisis riguroso nos lleva a diferenciar la opinión -desde la distancia- al conocimiento de la realidad que sólo se podría evaluar a través de un contacto directo con los protagonistas. No es el caso. Pero la pura observación también es racional. El método observacional es aquella estrategia que sigue el método científico con el objetivo de poder observar y estudiar las conductas de las personas de una manera no reactiva, es decir, en un contexto natural donde los sujetos evaluados se comporten de manera espontánea y donde el evaluado no intervenga ni modifique ningún aspecto contextual. Los aficionados somos esos observadores. En la medida en que sepamos controlar nuestra pasión, tan natural como irracional, para analizar la realidad, seremos capaces de describirla con objetividad, realizar diagnósticos y ayudar en las soluciones que requieran las conductas que estudiemos. La trayectoria del Real Zaragoza -desde la pretemporada- se ha ido descompensando en el aspecto psicológico conforme a las variables de dicha ecuación. El valor de la motivación es más una constante que una variable en un equipo que cuenta con ese apoyo anímico temporada tras temporada. En este curso se añadía, además, una motivación intrínseca en el club con el cambio de propiedad. Si la calidad individual no desbordaba en los componentes de la plantilla, parecía que el nuevo entrenador y el grupo podrían comprometerse en la suma de la implicación individual y grupal. La intensidad y la cohesión pueden suplir otras deficiencias cuando se equilibra al futbolista, la línea de juego y el equipo.

En un campo de fútbol, es más sólida una red de araña que unas sábanas anudadas a los pies de los jugadores

Tras un inicio esperanzador, dijimos que Carcedo quiso imponerse a su criatura y fue entonces cuando vimos en el banquillo a Marty Feldman y no al Jovencito Frankestein (1975). En un campo de fútbol es más sólida una red de araña que unas sábanas anudadas a los pies de los jugadores. Que se lo digan a Japón o a Marruecos. Hace unos días, comentaba el partido de nuestra selección contra Japón con un buen amigo y psicólogo deportivo. Me decía mi admirado torrelaveguense, Joaquín Díaz, que “si quieres conocer el grado de motivación de un equipo, observa su intensidad defensiva”. De esa fractura desde el banquillo zaragocista se descosió un tejido futbolístico que no era de seda elegante ni tenía la solidez del fluido de Spiderman (Marvel Comics 1962). Así, la frustración individual y colectiva dividía un compromiso venido a menos, con una calidad que no sobraba y una motivación que había activado el malestar de la afición. El rendimiento del equipo, con estas variables, se empequeñecía y era menor que la suma de sus partes.

La atmósfera deportiva del equipo era irrespirable, si lo decimos en plan sano; o infumable, para quienes echan humo.

Llegados a este punto de la competición, la atmósfera del equipo era marciana en lo físico (95% dióxido de carbono) y reptiliana en el juego. Irrespirable, si lo decimos en plan sano, o infumable, para quienes echan humo. Ese microclima deportivo había infectado las articulaciones individuales del grupo maño. Si cuesta formar un conjunto con una plantilla, no es fácil devolverle la confianza a cada unidad cuando se ha esbafado con un humidificador global de futbolistas. En este caso, el trabajo de recuperación mental consiste en fortalecer la autoestima particular, frente a la colectiva, para reconstruir de nuevo la grupal. Lo diré con un ejemplo. Si nos encontramos frente a un revuelto deportivo, será mejor volver a lucir la esbeltez de los huevos de corral en solitario, para recomponer una buena tortilla de fútbol.

Escribá sufrió el pasado en tierras extremeñas, empató el presente frente a Málaga y Burgos y cruzó el puente de la reconstitución ante el Huesca

]El Real Zaragoza había llegado a la miseria diocesana desde la nada futbolística. Escribá sufrió el pasado en tierras extremeñas, empató el presente frente a Málaga y Burgos y comenzó a cruzar el puente de la reconstitución el pasado fin de semana. Siete días de diciembre, sería un buen título para la transición del blanco y negro, apagado, al azul y blanco colorido. El sábado fue un diez de diez. El marcador del estadio municipal nos recordaba la trilogía de los Tres colores de Kiéslowsky (no confundir con el joyero), con los tres goles maños. Allí brillaron el Azul (1993), el Blanco (1994) y el Rojo (1994) de la pasión zaragocista en la victoria frente al Huesca. Sobre el césped de la Romareda vimos de nuevo “Margaritas en diciembre” (1995). Como en la película que protagonizan Joss Ackland y Jean Simmons, los seguidores blanquillos nos identificamos con ese abuelo aparcado en la residencia del fútbol pero que, de nuevo, encuentra el amor de su equipo mientras sus hijos lo habían abandonado por sus negocios.

Es mejor ser Rebollo de León que cabeza de Ratón. “Dadme un portero de apoyo y moveré el fútbol”.

Le había recomendado al entrenador maño que cambiara de portero. Se lo dijimos el 28 de noviembre en la tertulia de LeonSepia en Twitch, tras volver de El Plantío, y Escribá nos hizo caso -con retraso- frente a los oscenses. No van a convencer a un psicólogo de la importancia de rescatar a jugadores perdidos para la causa. Pero tampoco lo van a hacer de la necesidad de recuperar a un equipo por encima de sus componentes. Sobre todo, si hay profesionales que prefieren mantenerse de secundarios, con anhelo de prejubilación, antes que arriesgar con atrevimiento de jugador protagonista. Es mejor ser Rebollo de León que cabeza de Ratón. Parafraseando al griego Arquímedes, hablando del balompié, diríamos aquello de “dadme un portero de apoyo y moveré el fútbol”. Si Álvaro es el suplementario del rosarino, no cabe duda de que el joven Dani es el complementario -y elegido- para estar a la derecha del Padre Cristian. Desde la construcción de una defensa sólida, una centralidad ágil y una delantera eficaz, se edifica un colectivo de individualidades que destacan más por rendimiento de líneas que por triunfos personales. Sigo echando de menos el trabajo psicológico por demarcaciones. Si no tienes capacidad de traer mármoles y granitos lujosos para la construcción de un equipo, una alternativa es trabajar bien los bloques prefabricados para que encajen en tu edificio deportivo.

Hay victorias morales y morales con victoria. La intensidad que se muestre en Leganés nos dirá mucho de qué esperar de este Real Zaragoza

Hay victorias morales y morales con victoria, como la del pasado fin de semana. En este club llevamos varios años sufriendo con las primeras y deseando las segundas. Hay triunfos anímicos, agrisosos, que llenan sin echarse un punto a la bota. Son las denominadas victorias chuche. Y luego están los triunfos nutritivos, con calorías, que alimentan el cuerpo y el corazón de león. Es la que saboreamos tras alzar la bandera trigolor ante los vecinos del norte. Ahora debemos estabilizar esa goleada como una base de crecimiento. Si el equipo se planteó el reto frente a los de Ziganda como una meta, corre el riesgo de no estabilizar su despegue. Si digiere los siete puntos de nueve, como un campamento base de crecimiento, está en la línea de equilibrar su futuro con una línea ascendente. La intensidad del próximo lunes, contra el Leganés, nos dirá mucho de este Zaragoza. Puede cambiar la calidad de su compromiso, pero no su potencia. La implicación de Zapater es un ejemplo de una trayectoria común que enlaza -con vitalidad- la juventud de una plantilla y el poso de un objetivo.

Actualizar nuestras prestaciones en el mercado invernal con los dedos de una manita es una necesidad del presente para no renovar el pasado

Entre el sobreesfuerzo decepcionante y el estímulo apasionante, necesitamos que el equipo y el cuadro técnico se decanten en tierras madrileñas por las ganas de comenzar un año y no por abandonar el actual. Marcar gol debe ser la tendencia de moda del futuro. Actualizar las prestaciones del conjunto en el mercado invernal, no sólo con un índice o un símbolo de victoria, sino con los dedos de una manita, es una necesidad del presente para no renovar el pasado. Si lo mejor está por venir, también está por ver y vivir, que uno ya va cumpliendo años en Segunda y de nada sirven los funerales de Primera. Tras el último partido, salí del campo con la seguridad de que Escribá va a más. Así me despedía este 2022 de La Romareda, mientras mi asiento me recordaba las migas de los polvorones navideños. Tras sacudirme los restos, entre las sonrisas cómplices de mis aficionados vecinos, pensaba que nuestro entrenador debería escribir a Jorge Mas para que vuelva el próximo año con mayor frecuencia al campo, acompañado de refuerzos. Creía que el sábado ya no podía mejorar. Sin embargo, la noche que puso fin al séptimo día aún dio para mucho Mas.

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