La nueva efectividad de quien nunca se rinde y siempre compite

Volvamos a Las Palmas. Por más que hayan trascurrido ya tres días, siempre es un masaje para el espíritu volver donde has tenido una alegría. Y ésta fue muy grande, porque confirmó una tendencia pese a tanta ausencia -el rival también las tenía- y se hizo en una casa tan inexpugnable hasta la fecha que más parecía una fortaleza. El Real Zaragoza hizo cosas muy bien y otras que me gustaron menos. Es muy difícil que un encuentro te deje satisfecho al 100%, aunque todo se ve con las pupilas mejor dilatadas si se logra la victoria. Me quedo con la EFECTIVIDAD mayúscula que tuvo el equipo y que se llegó a estar convencido, hace no tanto, de que nunca la tendría. Es la misma que le faltó a los locales, especialmente durante la primera media hora del partido. Concedimos en ese tramo demasiadas ocasiones al conjunto canario, que con combinaciones rápidas y de mucha calidad dominó la escena y hasta nos sometió. Otro aspecto por mejorar, desde mi punto de vista, es defender faltas frontales y laterales tan cerca de tu portería, ya que concedes muy poco tiempo de reacción al portero. Es cierto que así permites menos espacio para el remate, pero cualquier toque o amago puede confundir al portero y se convierte en peligro o gol. Cerremos el párrafo con tres aspectos positivos que se añaden a la efectividad ya destacada: el brillo de nuestro juego al espacio, ser capaz de no caerse cuando te dominan y, sobre todo, comprobar que este equipo siempre compite.