Existe una viciada expresión periodística, que parece atribuirle la propiedad de un equipo a su entrenador. El Real Zaragoza de JIM, diríamos aquí, como si el Real Zaragoza fuese suyo… Se sabe que no lo es, quizá por desgracia, pero lo que sí le pertenece es buena parte de nuestro destino. Ésta, si lo termina siendo, será una salvación de autor que llevará su firma, porque los refuerzos que puedan llegar serán probablemente insuficientes si quienes ya están no le dan continuidad al ilusionante despegue previo a Navidad.