José Mendi
GOLMENAJE
Como decía nuestro aragonés universal, Baltasar Gracián: “Excusarse antes de ocasión es culparse”
Las excusas son las razones que damos, con posterioridad, para justificar el incumplimiento de un objetivo o compromiso. Los motivos, en cambio, explican con antelación las causas por las que no vas a cumplir una meta. Como decía nuestro aragonés universal, Baltasar Gracián, “el excusarse antes de ocasión es culparse”. Las últimas temporadas de nuestro Real Zaragoza están llenas de excusas y ausentes de motivaciones. Los aficionados buscamos motivos y encontramos justificaciones. Esperamos el reino de Primera y, como buenos fieles, acudimos a cada nuevo advenimiento con la ilusión de salir del purgatorio de Segunda. El problema es que estamos en un infierno de llamas que se nos hace eterno.
Nuestro sentimiento no tiene precio; ya que no conseguimos ahorrarnos disgustos, lo hacemos en euros
No había terminado la liga y ya estábamos haciendo cola para pagar anticipadamente nuestro abono hacia lo desconocido. Nuestro sentimiento no tiene precio, pero ya que no conseguimos ahorrarnos disgustos, lo hacemos en euros. El seguidor zaragocista lleva sin vacaciones desde el último descenso. Seguimos subidos a la bicicleta del León, empalmando los deseos del futuro con las decepciones del pasado, y viceversa. Sin detenernos para no caer en depresión. El equipo ha deambulado por el campeonato, famélico de goles y empachado de empates. Pero los aficionados seguimos obesos de sueños que succiona, año tras año, el parásito del ascenso maño. La astenia de la planificación se convierte en la tenia del objetivo blanquillo.
Ha comenzado el desfile de la pasarela deportiva, el escaparate de pretensiones aderezadas de humo que llenan este tiempo de niebla informativa
El equipo ha terminado sin fútbol, con partidos intrascendentes y resultados divergentes. El tradicional baile de entrenadores nos lleva de la ensoñación a la salvación. Vuelta a empezar con el impulso del mundo onírico para despertarnos en el césped de la marmota. Ya ha comenzado el desfile de la pasarela deportiva, para enseñarnos el escaparate de pretensiones aderezadas de humo que llenan este tiempo de niebla informativa. Tenemos tanta hambre que nos llenamos simplemente con mirar una carta, sin probar un solo plato, haciendo como si comemos de un menú que no podemos pagar. La cocina creativa de fichajes es una de nuestras especialidades. Nos quedaríamos con los que se van, despedimos a los que se habían ido hace tiempo y esperamos al Godot goleador de las botas de oro. La lógica es tan irracional que nuestra pasión es lo más sensato de este club. Hemos escrito de psicología del fútbol, de los jugadores, del equipo y del cuerpo técnico. Palabras como objetivo, motivación y concentración han recorrido los análisis sesudos de conductas que estudiamos en la psicología deportiva. Lo vivimos como buenos ‘Homo Sepians’. Esa especie que disfruta y se entiende en comunidad con el mismo lenguaje zaragocista. Ahora bien, las organizaciones se comportan como organismos vivos. No tienen cabeza pero sí cerebro. Y la psicología de las entidades tiene mucho que ver con impulsar el rendimiento colectivo de sus integrantes. No le vendría mal a nuestro club desarrollar una dinámica de grupo institucional, complementaria de la mental en el área deportiva de la cantera y el fútbol profesional, para obtener un resultado global de excelencia. La atomización de estructuras rígidas, mal comunicadas, y con poderes de decisión y competencias muy disgregados en parcelas corporativas, deportivas y sociales, demandan una intervención profesional de sentido común. Complicado.
Las nuevas experiencias de gestión en clubes históricos se acercan a los aficionados, los hacen partícipes de la administración y toma de decisiones
Hay sintonía entre la afición y el escudo. Pero echamos de menos una relación estable, con cariño, entre el club y los abonados. La propiedad, en la era de las sociedades anónimas, se sitúa entre el público y los jugadores. Se repite el escenario del mercado en el que los intermediarios, o son los verdaderos dueños, o son los que intentan enriquecerse. La mezcla de representantes, intereses particulares de directores deportivos, negocio y futbolistas representados, llevan al beneficio corto, pero también al sufrimiento largo de los paganos. Las nuevas experiencias de gestión en clubes históricos se acercan a los aficionados y los hacen partícipes de la administración y toma de decisiones de los mismos. Es el caso del decano Recreativo de Huelva, en el que sus seguidores tomarán el control a través de una sociedad anónima deportiva bajo los parámetros de un club tradicional. Es cierto que ni es fácil ni es generalizable esa experiencia. Pero el regreso al pasado de modelos de cercanía es una de las salvaciones del fútbol negocio para que no sea engullido por el dinero. La campaña a favor del pequeño comercio vecinal en Zaragoza es extensible al mercado balompédico. “Volveremos” también los aficionados. Otros experimentos de mera compraventa empresarial han demostrado ser igual o más arriesgados que los conocidos. Podemos hablar del Deportivo, veterano club de Primera RFEF. Del Málaga, recién descendido a esa misma categoría, con sus jeques del pasado, sus jaques concursales y sus jaquecas del presente. Sin duda, vestir de blanquiazul es un deporte de riesgo. Lo sabemos en esta tierra. En nuestra categoría aterrizaron los mexicanos del grupo Orlegi, nuevos propietarios del Sporting. Las han pasado canutas hasta el final. En Primera han descendido el Elche, del argentino Bragarnik y el Espanyol de los chinos de Rastar Group. Salvo Getafe y Celta, se juegan el descenso una mayoría de equipos de propiedad internacional. Entre ellos el Valencia de Lim, que se controla desde Singapur, el Valladolid del brasileño Ronaldo y el Almería del saudita Turki. Tanto dinero para jugar con la avaricia de Tebas, en su liga de las estrellas, y hemos terminado llenando los clubes de miseria futbolística y los estadios de una hinchada de parias. Para hacérnoslo mirar.
Ojalá ‘Cordero de Dior’ acierte con su gusto o amenace con su gesto. Cuando se pone serio, se parece al conductor del Alambique Veloz de Arkansas
Ahora que ya ha terminado la campaña electoral, podremos hablar de construir un buen equipo de fútbol que consiga puntos y no tanto de un estadio que dé votos. Tengo ganas de estrenar un campo de cinco estrellas, pero me conformo con una escuadra que dé alegrías y que pase de la pensión de Segunda, con derecho a cocina, a un apartamento de Primera con afición adosada. Cielos, acabo de caer en que vamos a asistir a la primera pretemporada con elecciones incluidas. Esperemos que “Cordero de Dior” acierte con su gusto o amenace con su gesto. Cuando se pone serio me recuerda al conductor del Alambique Veloz de Arkansas. Ese coche de la serie de dibujos “Los autos locos”, al que nadie en su sano juicio le negaría un buen fichaje ni rechazaría una petición de cesión.
Reconozcamos que en el fondo, y en las tribunas, además de despedir a Zapater como merece, todos protagonizamos un ensayo general de ascenso
Cerramos la liga en La Romareda con fuegos fatuos en el terreno y fuegos artificiales de fiesta. Un homenaje con muchas razones para despedir como se merece a Zapater, convirtió en una celebración lo que hubiera sido un triste final de temporada. Algunos dirigentes del club respiraron aliviados y en los que tienen menos pedigrí zaragocista se mezclaron motivos y excusas para escapar de una crítica a la temporada con un aplauso al capitán de Ejea, que hizo sonar las alarmas por el volumen de decibelios. Ganó por goleada de cariño el jugador maño. Estamos cansados de bostezar, pero necesitamos disfrutar de un homenaje de goles, que nos acerque a la categoría de oro de nuestra liga. Mientras lo conseguimos, compartimos el “golmenaje” común con don Alberto de protagonista. Reconozcamos que en el fondo, y en las tribunas, todos protagonizamos un ensayo general de ascenso. Yo ya he reservado mi asiento desgastado para vivirlo de cerca la próxima temporada. No me importa que el asiento esté tan polvoriento como nuestro Aragón, si el León ruge de Primera. Al finalizar esa noche tan mágica se asomó al estadio la Luna, y desde el cielo oscuro nos hizo un guiño de luz con su figura. El cuarto creciente dibujaba el camino a seguir.