ALFONSO REYES @futbolgrafo

Un domingo (no) cualquiera

Cristian -y varios jugadores más del Real Zaragoza– se han dejado crecer el bigote este mes en apoyo del movimiento November, que busca sensibilizar a la sociedad sobre el cáncer de próstata y otros tumores asociados al organismo masculino. Su salida al campo le obligó a la mayor estirada -y a la más feliz- de toda la tarde, saludando con brazos y palmas abiertas a los jóvenes aficionados, que se reúnen en la valla de la rampa de acceso a vestuarios para animar a sus ídolos. Sin duda, el argentino lo es.

La Romareda, en un horario de tarde más propio de hace tres décadas, recibió una gran afluencia de colegios y los más pequeños vivieron un partido lleno de emoción y felicidad, que les hará brotar un zaragocismo inquebrantable durante toda su vida. Jugar por la noche en invierno o los lunes, en cualquier estación, nos viene mal a todos en el presente y aleja de los estadios al futuro.

Nano Mesa, también con un bigote incipiente, estuvo torero toda la tarde. Más allá de su segundo gol y de un esfuerzo escalofriante sin pelota, esta FUTBOLGRAFÍA refleja el momento de la primera mitad en la que nos hizo viajar al pasado con un par de recortes sobre su propio eje en el mediocampo, que dejaron esparcidos a sus rivales sobre el césped, para dar continuidad y progresión al ataque. Su fútbol generoso y comprometido, además, viene encontrando el gol en los últimos partidos en La Romareda y su conexión con la grada cada vez es más potente y saludable.

Pongamos el foco sobre Francho. Lo merece sobradamente. Su partido, el cuarto completo en apenas 15 días tras volver de una lesión muscular, resultó memorable. Centrocampista de crecimiento imparable, debutó hace apenas 12 meses con el primer equipo y ya parece llevar toda la vida en él. Sus piernas sin depilar nos llevan a épocas pasadas, donde la moda actual todavía ni se intuía y los medios se saltaban todas las parcelas para aparecer e influir en cualquier zona del campo. Hace tiempo que Francho es el futbolista más imprescindible en esa línea y la piedra angular sobre la que construir un equipo equilibrado y con aspiraciones.

A Martín Palermo -ex delantero de Boca Juniors y del Villarreal- se le conocía como el Optimista del gol, y a Borja Sainz hay que considerarlo como el optimista del uno contra uno. Su autopase ante Gragera, previo al disparo de su gol, resume sus virtudes futbolísticas: atrevimiento, desparpajo y profundidad. Rescato esta imagen, además de por el mérito técnico de la acción, porque no tiene nada que ver con lo que he comentado hasta ahora, ni con la imagen que se tiene de él. Cuando la acción lo pide y pese a su constitución poco rotunda, también es capaz de jugar de espaldas y de controlar balones con un defensa respirándole en el cuello.

Gato y ratón -elefante, más bien- firman una paz momentánea dentro de la jaula. La imagen, simpática de por sí entre dos almas que tratan de negarse la gloria durante 90 minutos, recogen el instante siguiente a que Djurdjevic quedase herido por chocar contra el poste, al tratar de dirigir a gol el disparo de un compañero, y Cristian -deportivo adversario de equipo y empático compañero de profesión-, además de ser el primero en avisar al árbitro de la situación y en pedir la entrada de las asistencias, no dudo en acercarse para interesarse por la salud del serbio. Tenemos la suerte de tener al mejor portero de la categoría y de que, además, sea un ser humano extraordinario.

No fue una tarde fácil para Djurdjevic, ni mucho menos. Después de chocar contra un poste, se la pasó topando contra un muro. Parece increíble, y la FUTBOLGRAFÍA intenta recoger la reflexión, como un físico no tan imponente como el de Francés es capaz de plantarle la señal de Prohibido el paso a delanteros que le sacan una cabeza y una decena de kilos. El canterano resulta insuperable, hasta para los delanteros más insaciables, y está sin duda en la discusión de quién es el mejor defensa de la categoría.

Nano Mesa lleva dos goles y cuatro celebraciones… Sus dos tantos han sido anulados por presunto fuera de juego en primera instancia y luego el VAR ha desdicho al asistente y lo ha validado. Aquí recogemos cómo el canario vivió la secuencia en primera persona. Si ante el Mirandés soportó la espera santiguándose y nervioso, quizá consciente de que era una cuestión de milímetros, aquí aguardó impaciente pero más controlado, acaso convencido -como lo estábamos todos- de que había partido en fuera de juego.

El VAR es una bomba atómica de emociones, capaz de darte unos sustos que liman meses de vida y alegrías imprevistas que la alargan. De repente, sin que nadie lo sospechara, el pie izquierdo del lateral Bogdan se retrasa lo suficiente para asomar por detrás del canario en el frame exacto del pase profundo de Francés. El árbitro hace el gesto del monitor rectangular, pita fuerte y señala el punto central del terreno de juego. Gol. Y a celebrarlo, como ha de hacerse siempre. Con las pupilas dilatadas y la mirada desbordada por la alegría.

No fue un domingo cualquiera, todavía, aunque aspira a serlo. Y es muy probable que se consiga con esa energía interna que este equipo ha sido capaz de generar tras atravesar una complicada tormenta de nueve empates consecutivos. De los resfriados más potentes salen los mejores anticuerpos y los sistemas inmunes más desarrollados. El Real Zaragoza ha recuperado todas las sensaciones y, como a principio de temporada, vuelve a sentirse capaz de ganar a cualquiera. Los delanteros marcan, los secundarios aparecen y los canteranos lideran. Sirva esta imagen como metáfora del momento feliz y como fotografía en la mesilla de noche si nos toca atravesar más capítulos difíciles esta temporada. Si nos mantenemos constructivos cuando los resultados se nos nieguen, conseguiremos que el último sea -ya sí- un domingo cualquiera.

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