Pablo Díaz Stalla
REAL ZARAGOZA 1998-2004. CAMPEÓN Copas Rey 01, 04
EL tronO DE ARAGÓN
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Un derbi, aunque no tenga arraigo histórico, siempre es especial
A lo largo de la temporada hay partidos diferentes y un derbi siempre es distinto al resto. No parece una versión tan arraigada como la del Sporting y la del Oviedo por ejemplo, debido a que el Huesca ha aparecido en el fútbol profesional hace poco tiempo y no hay un gran historial de enfrentamientos entre ambos; pero yo sí denominaría este duelo como un derbi regional: son dos equipos aragoneses y militan en la misma categoría a día de hoy. Ambos –Real Zaragoza y Huesca- llegaban separados por apenas un punto en la clasificación y con el mismo objetivo: sumar tres más para poder seguir soñando con la posibilidad de alcanzar el sexto puesto y acceder a la promoción de ascenso. Como beneficio colateral, en caso de victoria de alguno de los dos, estaba el negarle esa posibilidad al rival y, si vencían los visitantes, adelantarle también en la clasificación. Aunque el primer y único objetivo del Real Zaragoza debe ser el ascenso, también hay que recuperar la condición de primer equipo de Aragón.
Acordeones al mismo compás: presionar o replegarse y contraatacar
Como se podía esperar dada la clasificación, fue un partido muy igualado. La propuesta fue parecida: el Huesca también buscaba juego directo y no quiso tener el dominio del balón. JIM apostó por Sabin Merino junto a Iván Azón en la delantera y su decisión ya nos advertía de que podíamos ver al Real Zaragoza fatigando los ataques rápidos a la espalda de la defensa, buscando la velocidad de ambos. Dio la sensación de faltar una pieza esencial para completar la amenaza: Borja Sanz hubiera sido un tercer factor decisivo para el plan, pero una tarjeta tonta ante el Girona le impidió participar en El Alcoraz. Se comenzaba defendiendo con una presión alta y si ahí no se conseguía robar el balón, el equipo se replegaba y pasaba a defender en campo propio. Con este efecto acordeón, el rival adelanta líneas y deja un espacio a su espalda, que puedes aprovechar cuando recuperas la pelota. Así llegó la primera ocasión: un balón al espacio a Sabin Merino, que gana bien la posición pero no acierta a disparar con peligro con la zurda.
Tres despistes excesivos costaron dos goles y un amago de infarto
Es un argumento recurrente en el fútbol moderno, en especial en una categoría tan igualada como ésta, hablar de la importancia de los detalles y de las jugadas de estrategia. Parecía claro que el balón parado podía decidir el encuentro. Así fue, aunque pudo influir todavía más si Ignasi Miquel acierta con la portería de Cristian y no remata al larguero con todo a favor en el tiempo añadido. Ninguno estuvo especialmente despierto en el gol del oponente, hay que decirlo. En una falta lateral tan peligrosa como la que dio lugar al tanto del Huesca, que en hockey hierba lo podríamos asemejar a un penalti-córner, no se puede poner una barrera de un solo hombre si el contrario tiene a dos jugadores cerca de la pelota. Con un segundo futbolista en la barrera –Bermejo o Gámez, por ejemplo-, el Huesca no habría sacado en corto y la defensa de la acción habría sido más eficiente. Peor estuvieron los locales en su desatención defensiva que permitió el empate del Real Zaragoza… Un gol de listos, permitido por una relajación en cadena de la defensa rival. Mientras Seoane daba la espalda al balón, se combinó la visión de Eugeni, la inteligencia de Fran Gámez y el hambriento oportunismo de Azón. Empate rápido. Del mal el menos.
Las adversidades no cesan y el Real Zaragoza las sigue enfrentando
Si algo malo deja el partido, salvada esa ocasión final antes comentada de Miquel -y que dejó la preocupante sensación de que no habíamos aprendido la lección del gol oscense- y además de que el empate nos aleja del sexto puesto final casi definitivamente, son los problemas físicos de Azón y de Nano Mesa. El parte médico del día siguiente nos tranquilizó en cuanto al canterano -ni siquiera descartado para enfrentarse al Burgos- y confirmó que el canario se pierde lo que resta de temporada con casi toda seguridad, debido a una importante lesión en el hombro. No se puede tener peor suerte de la que ha tenido Mesa durante su cesión en el conjunto aragonés. Ahora que el Real Zaragoza empieza a recuperar a los centrocampistas lesionados, llegan las malas noticias en el ataque: Narváez tampoco está teniendo fortuna en este aspecto últimamente. Se trata de una temporada llena de contrariedades, desde el principio hasta el final, que JIM y los jugadores han afrontado y se han sobrepuesto con indudable mérito.