
Pablo Díaz Stalla

REAL ZARAGOZA 1998-2004. CAMPEÓN Copas Rey 01, 04
EL EMOCIONADO ECO DE MI CAPITÁN
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Aguado nos acercó al Violeta persona y agrandó -si cabe- su leyenda
No puedo empezar esta contracrónica sin recordar y dedicársela, a modo de modesto homenaje, a José Luis Violeta. El León de Torrero, un grande de nuestro deporte y una leyenda de nuestro club, nos dejaba el pasado jueves, 5 de mayo. Violeta ostenta, junto con quien fue mi capitán –Xavi Aguado– el record de partidos jugados con la camiseta del Real Zaragoza: 473 encuentros, nada más y nada menos. Yo no pude ver a Violeta como futbolista en activo, ni tuve la suerte de conocerle en persona durante la docena de años que viví en la capital aragonesa; pero escuchar ese día a mi capitán en el canal de Twitch de mis compañeros de LeonSepia contando cómo era Violeta, con el sentimiento que lo hizo, acercándonos a una persona que hacía aún más grande el legado del futbolista, fue todo un lujo y resultó extremadamente emocionante. Quiero mandar mi más sincero pésame y un gran abrazo a familiares y amigos de José Luis, extensible a toda la familia zaragocista. Descanse en paz.
La causa principal es ya endémica: la falta de acierto ante la portería rival
Como ya comentamos en Tribunas anteriores, venían partidos trampa: porque visitas a equipos potentes y con todo en juego en su caso -Eibar y Oviedo, incluso terminas contra uno de los conjuntos más en forma del momento, como la Real B- o porque recibes a otros ya liberados de toda presión -Burgos, Alcorcón y Lugo-. Como ocurre siempre en el fútbol profesional actual, con independencia de quién sea tu rival, si no logras enchufarte e igualar a tu adversario en concentración e intensidad, vas a sufrir seguro: tanto en el marcador, como en la imagen que des. Lo mejor de escribir sobre el partido casi 48 horas después de que termine es que te permite hacerlo con las pulsaciones más bajas, buscando explicaciones -no excusas-. La sensación final del partido fue muy mala -lo peor es dar la impresión de estar a merced de un equipo descendido- y la causa principal de una derrota tan dura contra el colista, aunque no la única, es la que nos viene azotando desde hace un par de temporadas: la falta de acierto ante la portería rival.

El Alcorcón sí se dio un homenaje en la peor tarde posible
Se enfrentaban los dos equipos que más les cuesta meter gol, que más disparos necesitan para hacerlo, aunque sólo el Real Zaragoza confirmó esta tendencia. Lamentablemente. El Alcorcón tuvo alguna ocasión más de marcar, especialmente antes de anotar el primero, pero su efectividad en la segunda mitad resultó dramática y nos hizo valorar la seguridad defensiva que hemos mostrado durante casi toda la temporada y que es la principal razón por la que el conjunto aragonés lleva semanas virtualmente salvado. Debería haberla sellado ya contra el Burgos, eso sí. Es cierto que los futbolistas visitantes, por más que el club madrileño vaya a jugar la próxima campaña en Primera RFEF, se están jugando el futuro de su carrera profesional y necesitan dejar la mejor imagen posible en esta recta final, para recibir ofertas de equipos de Segunda División este verano. Seguro que más de uno lo logra, porque varios tienen nivel para ello, pero no puede servir de excusa porque los locales tenían dos razones propias de enorme peso: cuidar a una afición que no se merece tanto sufrimiento y honrar el recuerdo a la figura del león más grande.
La chilena de Gámez y el feliz regreso de Grau
Lo cierto es que el Real Zaragoza, sin dominar nunca el encuentro y dejando demasiado la posesión al rival, disfrutó de buenas ocasiones para adelantarse. Una espectacular chilena de Fran Gámez, actuando como circunstancial extremo izquierdo en un centro desde la derecha, o un violento zurdazo al palo de Narváez desde la medialuna del área. Y también pudo empatar a un gol en un disparo de Sabin, tras asistencia de Iván Azón: Merino se prepara bien el balón y limpia a un defensor recortando hacia su derecha, pero el disparo final -lleno de la inseguridad que le acompaña y reduce- se estrelló contra un Jesús Ruiz lleno de reflejos. Está siendo muy triste este involuntario empeño por estropear la imagen y la impresión en torno a un equipo que, con tanto esfuerzo, se alcanzó tras la racha triunfal después del mercado invernal. Pero terminemos con una alegría, quizá no la única -el debut de Raúl Rubio-, pero sí la mayor: el regreso de Jaume Grau. El centrocampista valenciano ha vuelto después del susto que nos dio tras el partido en casa contra el Fuenlabrada, al conocer que su cambio -medida la segunda parte- había sido motivado por una afección cardiaca, de la que tuvo que ser operado y ha podido recuperarse plenamente. Y ha vuelto igual que se fue, trasmitiendo la imagen de que puede ser muy importante en el Real Zaragoza del futuro.
