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EL QUITE DEL PERDÓN
El Real Zaragoza busca redimirse de su bochorno copero ganando al Málaga, colista inesperado, en un duelo crucial para tratar de reconducir el rumbo de la temporada. Escribá debuta en La Romareda. Ratón o Rebollo, la mayor duda
✍️ Javi Hernández (@SepiaHdez)
Alfonso Reyes (@Futbolgrafo)
El Real Zaragoza vuelve a estar en la baldosa que nadie quería, pero de la que apenas es capaz de salir desde hace más de dos años: la última antes de un acantilado que quita el hipo sólo de imaginarlo. Como si una goma gigante te hubiera echado el lazo y resultara imposible avanzar deportivamente, el conjunto aragonés no se libera de sus propias cadenas desde que se dio al abandono general durante los meses de confinamiento. Podría decirse que es el único equipo que todavía no ha vuelto de la pandemia y, aunque el cambio de propiedad ha desinflamado la deuda y revitalizado el futuro, éste no se dará si no se conjuga con urgencia el verbo ganar. La bochornosa eliminatoria en Copa ante el Diocesano de Segunda RFEF evidenció la falta de fútbol que nos estrangula y agudizó una ausencia mucho más preocupante: la del alma. Quien juega puede perder. Pero quien pierde, debe rebelarse durante la derrota… o no jugar.
Escribá, acaso con buen criterio, quiso reunir el pasado domingo en Cáceres una alineación repleta de titulares reconocibles. Lo que pareció una buena idea, para reducir el porcentaje de posibilidades de una eliminación que supondría un estruendo, ha terminado siendo un misil en el centro de flotación de una plantilla cada vez más cuestionada por el entorno y sobre la que -parece- habrá una intervención de cierta profundidad en enero. Quizá con Gabi Fernández como nuevo director deportivo, como esta semana han señalado los compañeros de El Periódico de Aragón.
No hay un Juego del Sepia tranquilo desde que se tomó la muy cuestionable decisión de que JIM fuera el único activo de la estructura principal que abandonara el club este verano. Este tampoco lo va a ser, por más que Escribá parece determinado a implantar un 442 -pese a que Azón todavía no está recuperado de su lesión muscular y a que Gueye se pierde en su propio laberinto partido tras partido-, donde este Zaragoza, sequísimo ante la portería rival -incapaz de marcar un gol en nueve de las 15 jornadas disputadas, diez si sumamos el partido de Copa…-, pise más el área contraria y genere un mínimo peligro necesario para aspirar a ganar un partido.
EL JUEGO DEL SEPIA
Hay un quebradero de cabeza de comparables dimensiones en el área propia, donde se ha perdido la herencia de la seguridad defensiva que Juan Ignacio Martínez dejó como principal legado. Ninguno -y son todos los mismos, salvo Fuentes por Chavarría- está próximo al nivel sostenido durante toda la pasada temporada y apenas Cristian, ahora de baja hasta final de año, ha ayudado a que la cifra de goles encajados sea todavía propia de equipos que están al norte de la clasificación. Más allá de que Larra podría asomar en el once en lugar de Gámez, la gran incógnita de la próxima alineación se sitúa bajo los palos… Rebollo o Ratón, ésa es la cuestión.
Apostamos por que Rebollo será el elegido, para probable alegría de Ratón dada nuestra mejorable puntería… Tiene el ritmo de competición adquirido -por ser el portero titular del Deportivo Aragón-, tratarse de una apuesta de club aún vigente, no estar su figura desgastada entre la afición y porque el partido de Ratón ante el Diocesano -penalti cometido y expulsión tras finalizar el encuentro- no ha fortalecido su candidatura. Además, Escribá deslizó una frase antes del partido en Extremadura, que quizá ha sido poco retenida: «Mi costumbre es darle la portería en Copa al suplente». ¿Querrá eso decir algo? Con este entrenador, nada o casi nada se dice de manera improvisada… El segundo gran enigma que esconde el próximo once es quién será el acompañante de Jaume Grau en el doble pivote. Optamos por Zapater, el único en esa demarcación que jugó los 90 minutos ante el Diocesano y -por ello- el aparente más titular de los aspirantes. Aunque Francho y hasta Petrovic -salvo que se tenga ya decidida su salida en enero- podrían ser los elegidos. Más sorprendente sería que jugara Manu Molina, después de no ser tenido en cuenta, ni siquiera como último cambio, en un partido de Copa donde podría haber contribuido con sus capacidad de pase de circulación de balón.
Si vamos a insistir en el 442 y sólo hay dos delanteros puros en la convocatoria –Azón apunta a regresar ante el Burgos y Naranjo sigue sin ser tenido en cuenta-, parecería claro que Simeone y Gueye compartirán frente de ataque… No lo está tanto. El cuarto menguante del senegales, desde aquella luna llena que supuso su cabezazo al larguero contra el Villarreal B, abre la opción de acomodar ahí al siempre punzante Mollejo, ubicando a Bermejo y a Vada como falsos exteriores, que irán hacia dentro dejando el carril libre para sus laterales. Pepe Mel lleva agitando sin éxito la coctelera del Málaga desde su llegada. Sólo Rubén Castro es fijo, mientras la viga NDiaye no ha entrado en la convocatoria por molestias en el sóleo. Regresan Javi Jimenez y Burgos a la línea defensiva de un equipo andaluz diseñado para navegar por aguas templadas y que siente este choque y el próximo -Ponferradina- claves para escapar del agujero negro donde se ha metido. Si sólo se mira sus últimos resultados -cuatro puntos de 21…- parecerían rendidos y desarmados, pero vienen de pasar ronda en Copa -ganando la tanda de penaltis- y de empatar ante el Sporting en los minutos finales. Un muerto no lo hubiera hecho. La previa podría haberse titulado ‘No me chilles que no te veo’, en alusión al insoportable momento de ambos equipos, si no fuera porque el Real Zaragoza ya ha visto que sólo empezar a ganar supondrá su inaplazable quite del perdón, quizá reconduzca la temporada y evite los chillidos.
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