La tarde comenzaba con sonrisas. Y si hay sonrisas, ahí siempre está el risueño y bonachón Pape Gueye. El senegales había dejado un muy buen recuerdo en su último partido en La Romareda, ante el Villarreal B, pero no pudo darle continuidad en la media hora final que ayer le concedió Carcedo. Estuvo impreciso en los controles y errático en las decisiones, no acertó tampoco con un cabezazo en la cornisa del área pequeña tras un muy buen centro de Puche.
Sólo Simeone y Mollejo aportaron veneno a un ataque demasiado debilitado por el defensivo planteamiento de Carcedo. Ambos estuvieron muy cerca de adelantar al Real Zaragoza antes del fatídico gol del Andorra. Entre los dos no suman ni 40 años y hoy son la principal esperanza ofensiva -y la mayor muestra de carácter- del primer equipo de un club que ya cumple una década consecutiva en Segunda.
El cabezazo al primer palo de Bakis fue un disparo al corazón y convirtió el desesperado lamento de Cristian en el espejo de la reacción de todos los zaragocistas. No pueden marcarte en el minuto previo al descanso, cuando apenas han creado peligro en tu portería durante toda la primera parte. Y, sobre todo, no puedes conceder un córner en contra por una irresponsable imprudencia como la cometida por Vada en la salida de balón.
El balón como metáfora. Igual que en la segunda FUTBOLGRAFÍA de este álbum, donde la pelota unía las cabezas de Simeone y de Mollejo, aquí le tapa el nueve del dorsal a Gueye. El senegales vivió una media hora final de permanente frustración, incapaz de imponerse a sus marcadores. Ni siquiera pudo redimirse en los minutos finales, al no recibir la asistencia de Simeone para marcar a puerta vacía, en el segundo palo de un ya batido Lizoain.
Quizá Marc Aguado no jugara un partido deslumbrante, pero La Romareda suspiró por ese pie quirúrgico, capaz de elegir siempre la mejor opción, en un Real Zaragoza -de nuevo- demasiado condicionado por las virtudes del rival. Sarabia lo retiró en el cuarto de hora final, aquejado ya de calambres en los gemelos, y Marc recibió una ovación atronadora y emocionante de una grada en pie para decirle… hasta luego.
Simeone se tapa el rostro tras perderse la ocasión más clara para el empate que tuvo el Zaragoza durante toda la segunda mitad. No definió bien en lo técnico, porque el balón describió una curva contraria a lo conveniente, ni tampoco acertó en la toma de decisión. Aunque le sobraban méritos para ser el autor del gol local, la acción requería de una mirada más generosa: asistiendo a Gueye al segundo palo, para que éste rematara a portería vacía. El senegales, al fondo pero enfocado, extiende los brazos y le pide explicaciones a un pasado que no volverá.
Se dice que reunión de pastores, oveja muerta. Hasta tres futbolistas improvisaron un cónclave alrededor de un balón, demasiado alejado de la portería de Lizoain y que parecía recomendar un centro al área. Eugeni, demasiado desaparecido de los planes de Carcedo durante toda la temporada, convenció a Zapater y a Larra, decidió probar suerte… y la pelota se perdió muy por encima de la portería rival.
Otro seis, el nuestro en este caso, Alejandro Francés, desvió la trayectoria del disparo de Carlos Martínez, en su desesperado intento por negar el segundo gol del rival, y desactivó el escorzo tantas veces milagroso de Cristian Álvarez. El argentino fue incapaz aquí de evitar un tanto que debió ser anulado por clarísimo fuera de banda previo.
Francho lo tuvo claro desde el primer momento y lideró las reclamaciones a un árbitro que nunca pareció darle demasiada verosimilitud a la demanda. Nuestro compañero y amigo Dani Marzo, al fondo de la imagen y encargado en este partido de cubrir el ataque del Andorra, capturó dos imágenes donde se aprecia claramente que el balón supera la línea lateral. Si entran en su cuenta de Twitter @DMarzoFoto, podrán comprobarlo e indignarse. Otro partido más.
En esta triste procesión, que daría para infinidad de metáforas y alegorías hirientes con el calendario en la mano, se retiró el Real Zaragoza al término de la primera mitad, nada más recibir el inconcebible gol de Bakis. No fue al final del encuentro, pero podría valer como tal y aquí rompemos el orden cronológico del álbum para que sirva de imagen de cierre de una nueva decepción en La Romareda.
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