CUESTIÓN DE MOMENTOS

Pablo Díaz Stalla

cuestión de momentos

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Los partidos duran casi 100 minutos, pero se deciden en instantes

Los partidos duran 90 minutos, casi 100 últimamente, pero se deciden en instantes. El mejorado Real Zaragoza de Fran Escribá -en los párrafos siguientes nos adentraremos en analizar esas evoluciones- siente que ha podido sumar seis puntos en los dos últimos encuentros; si bien la clasificación apenas le ha premiado con dos de ellos, manteniéndolo demasiado cerca de los puestos de descenso y acrecentando una peligrosa sensación de ser incapaces de conseguir victorias. Incluso cuando se merecen. Se acumularon razones y ocasiones suficientes contra el Málaga: Yáñez y nuestra falta de puntería lo evitaron… En Burgos, contra el equipo revelación y la muralla de la categoría, sí se tuvo acierto, pero faltó firmeza para sostener las dos ventajas en el marcador que se gozaron. La última, en el minuto 89. Fue cuestión de minutos, es cuestión de momentos.

De las posesiones sin trascendencia a la amenaza vertical

Podríamos pensar que el conjunto aragonés parece empeñado en reeditar las penurias y sufrimientos de las temporadas anteriores. Sin embargo, se aprecia cierta mejoría con el cambio de entrenador y esas sensaciones, todavía no traducidas en una mejor clasificación, sí alimentan la esperanza de una pronta reacción. De un equipo que abusaba de posesiones sin trascendencia hemos pasado a una propuesta más vertical, que apuesta más por la profundidad de dos delanteros incansables y amenazantes al espacio. Antes de la llegada de Escribá, en la etapa de Carcedo, apenas se generaban ocasiones y el juego entraba en un laberinto que no llevaba a ningún lado. Por ahí, es evidente, se ha mejorado y la futura -esperemos que pronta- vuelta de Azón fortalecerá la propuesta y potenciará nuestra amenaza. El nuevo cuerpo técnico, eso sí, todavía debe ajustar una debilidad defensiva que, incluso ante el Málaga, nos privó de festejar estos seis merecidos últimos puntos. Con Cristian todo será más sencillo, muy probablemente, aunque al argentino todavía le restan cuatro partidos para reaparecer y no podemos permitirnos esperar tanto.

¿Quién hubiera apostado por marcarle dos goles a este Burgos?

El segundo partido liguero de Fran Escribá al mando de la nave evidenciño un continuismo en su alineación y en su sistema. Con un único cambio: la entrada de Larrazábal por Vada, desplazando a Bermejo a la banda izquierda. El resto del once era el mismo que mereció ganar al Málaga. El equipo necesitaba continuar con la evidente mejoría que apreciamos en el partido anterior, algo infravalorada por quienes priorizaron en su análisis que ésta había tenido lugar contra el colista y jugando buena parte del encuentro con uno más. Se necesitaba y se consiguió. Incluso logró algo similar,  esta temporada, a una hazaña: hacerle dos goles al Burgos en el mismo partido. El rival apenas había encajado cuatro en 16 jornadas y nadie le había marcado más de uno. El Real Zaragoza, sin un dominio tan aplastante como ante los andaluces, pudo ganar. Diríamos que tuvo que hacerlo, porque se adelantó por segunda vez en el 89 y ahí el triunfo ya no se te puede escapar. Todos sabemos ya lo que sucedió y ese golpe final nos castiga a una nueva semana de resistencia anímica y de insistencia en la ruta trazada. Viene la última de tres partidos y ojalá salgamos de ella con un impulso que ahora anhelamos.

La reacción sólo llegará si se recupera la firmeza defensiva

Para ello, además de seguir siendo verticales y concretos ante el arco rival, hace falta recuperar una solvencia defensiva que fue marca registrada con JIM y que ha desaparecido casi por completo esta temporada. Fran Escribá tiene bastante trabajo aún en área propia. Como doloroso ejemplo sirvan los dos goles recibidos en El Plantío: faltó contundencia, concentración y temperatura defensiva. En el empate a uno, el Burgos llega más que cómodo a posición de centro y el envío disfruta de hasta tres opciones de remate en el área, sin ningún jugador zaragocista lo necesariamente cerca para impedirlo. Fue Gaspar Campos quien marcó; de no haber llegado él al remate, otro compañero esperaba para disparar completamente solo. Y en la definitiva igualada a dos tantos, el simple movimiento de sacar la defensa hasta la línea del área grande -movimiento básico siempre que se produce un despeje o rechace- habría dejado a Curro en fuera de juego y anulado la jugada. El equipo mejora, pero aún no lo hace completamente. Necesita dominar esos momentos decisivos que se producen durante los partidos y está obligado a hacerlo cuanto antes, si no quiere que el invierno se recrudezca.

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