En el imaginario zaragocista Barbas sería el arquitecto jefe, experto en el dibujo técnico capaz de aprovechar al máximo los espacios de esa hoja en verde que es el 105×68. Capaz de trasladar de lado a lado tranquilamente un huevo en una cuchara sostenida en la boca así como, de repente, sacar el arco y la flecha para ajustarla en un hueco virtual que ha divisado a lo lejos invisible para el resto. Es decir, manejar los partidos a su antojo dándoles el sentido tridimensional adecuado en esa fórmula que dicta que la velocidad debe ser igual al espacio según la unidad de tiempo aplicada.

Construir desde la sencillez de hacer parecer fácil lo que en realidad es lo más difícil. Dotes innatas de un jugador genial provenientes de los genes y los libros de la humildad.

Parece natural que se haya dedicado a la enseñanza.

Confunde nombres Juan Alberto. De Rafa Latapia le sale Lafita, y Ayneto le sale a la segunda, relatando la impresión que le causaban esos jóvenes del Aragón alargándose su etiqueta de eternas promesas al contrario de su país.

E incide en lo de los éxitos no refrendados con resultados en el palmarés, y yo incido en recordar que todos fueron jugadores de rápida entrada y salida. En el anterior comentario yo mismo situaba a Pichi en el mismo once ideal, cuando en verdad la salida del uno trajo la del otro. También antes de salir Barbas ya había salido Valdano. Salva sólo duró dos años.

Se juntaron una veintena de jugadores excepcionales aquellos de los 80, pero no todos coincidieron a la vez. Fue el tridente del centro del campo con Señor, Güerri y Herrera quienes permanecieron y protagonizaron la década. Por eso recogieron frutos en su segunda parte, Copa del 86 incluida.

Reconoce la trascendencia de encontrar en su camino a Menotti y a Beenhakker: el cóctel no podía ser mejor con ese ingrediente y esos maitres.

Me ha gustado la mención a Armando Sisqués, para mí el mejor presidente de la historia. Y las historias con Avelino. Orgulloso y bonito recordar los premios del “don balón”, antaño la medalla de oro del futbolista top. También sus tres goles en la nieve en un partido que no se sabía si se celebraría y que uno escuchó en la radio, como antaño se seguían los partidos de fuera, para acabar 1-4.

… Aquel maravilloso fútbol total de los 80.
(disculpen la extensión)